Capítulo 12. Un encuentro inesperado

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El viaje de vuelta pasó más rápido de lo que esperaban y aunque, Ikal pensaba que Uxia le daría algo más de ella no fue así. ¿La chica le tenía ganas? Si, ¿se iba a entregar a él de una forma tan fácil?... por supuesto que no.

Ahora. De camino en el coche que les devolvía al apartamento de lujo del chico, Uxia estaba tan nerviosa que no dejaba de mover su pierna izquierda hasta que él, puso una de sus manos sobre su rodilla.

— ¿Qué te pasa? –Dijo el chico parando la pierna temblorosa de la chica.

— Yo... joder. No se, es solo, este viaje ha sido tan extraño y, ¿ahora? ¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿Seguir mi vida como si nada hubiera pasado?

Él la miro a los ojos, esos ojos ámbar que ahora demostraban un miedo que jamás había visto, ni siquiera cuando quiso saltar delante de aquel coche.

— ¿Ni siquiera me vas a contar qué fue lo que pasó? –Dijo el chico. Si, sabía que sus padres y su hermana habían sufrido un accidente y habían fallecido pero, ¿había algo más?

— Todo se acabó para mí... todo, pasó tan rápido...

El coche se paró y ella cerró su boca. Aún no sabía si podía confiar en ese hombre atractivo que había bajado del coche y la tendía la mano para salir. Ella tomó su mano sin pensar mucho y salió del coche.

Uxia no sabía que era lo que podría pasar con todo lo que Ikal había dicho antes de ir al viaje y es que aunque ella se veía en condiciones para poder terminar los escasos meses que la quedaban de la carrera y volver a tener las riendas de su vida había algo que hacía que ambos se acercarán como imanes.

Una vez en el apartamento de Ikal y con todas las cosas que la chica había comprado en el salón es cuando este quiso decirle todo lo que pensaba.

—Nada, nada se acabó para ti, estoy aquí para darte una nueva oportunidad y después lo bien que me has servido no se si quiero que te vayas, eres mi iman, mi gravedad... mi perdición. -Ella lo miró a los ojos y sonrió levemente pero se apartó de él tan rápido como pudo.

—No dejas de repetir lo mala que soy para ti, no dejo de ver en esos gélidos ojos esa indecisión que tienes sobre mi, ese miedo en tu mirada cuando me miras a los ojos, soy tan normal que no se lo que estas viendo en mi en este momento...

El hombre solo suspiro, sabía que ella no entendía lo que pasaba por su mente, lo que podría pasar si seguía a su lado mucho más tiempo, los sentimientos que quizá podría tener por ella, el problema en el cual se meterían. Él la había salvado la vida y si seguían juntos, tendría que matarla con sus propias manos.

Ikal desapareció de la vista de la chica a grandes zancadas que le llevaban a su habitación y cuando volvió lo hizo con un sobre en la mano.

—Este es tu dinero, 20.000$ que te ayudarán a seguir adelante, me has hecho ganar mucho más es por lo que, quiero que sigamos en contacto, quiero saber de ti pero... pero no puedo estar a tu lado, yo, no puedo permitirme enamorarme de ti y lo siento.

La chica soltó una risa amarga y cogió el sobre para después mirarle a los ojos.

— No sé en qué idioma tengo que decirte que no quiero que te enamores de mí.

— Tu, no puedes decidir lo que yo voy o no a sentir por ti... –Dijo en un tono amargo y con una notada tristeza en sus palabras.

— Ikal, te agradezco lo que has hecho por mí pero, si tanto miedo tienes... será mejor que no volvamos a vernos. Te compensaré con creces lo que has hecho por mí pero no volverás a saber de mí –Dijo la chica cogiendo las bolsas que había en el suelo.

Polvo de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora