Aunque Uriel estaba claramente enfadado, Ikal tenía una cosa clara y es que no iba a poder separarse de Uxia por mucho que quisiera. Había algo que les unía de una forma tan ancestral que lo único que hacía era atraerlos una y otra vez. Estaban destinados a estar juntos por mucho que no les gustara al ángel de ojos castaños que les miraba con desaprobación.
— No, no voy a dejarla por mucho que lo quieras Uriel. Solo nos queda idear algo... por eso estamos aquí. –Dijo el pelinegro de una manera seria y contundente.
— A ver, joder, entiendo que es lo que está pasando. Entiendo que no quieras alejarte de ella porque también así podemos tenerla vigilada. Entiendo que te atraiga Ikal pero al final, ella será nuestra perdición. Por un lado o por otro.
Y es que Castiel tenía razón, por mucho que Ikal no quisiera verlo. La chica solo tenía sus manos sucias. O destruía el mundo o les mandaba de vuelta al cielo y cerraba con llave las puertas del cielo. Quizá, aquello, no fuera lo más complicado de digerir pues, al fin y al cabo, ninguno de ellos tendría que haber bajado a la tierra y además así también mantendría a raya el mal y a los demonios.
Quizá les doliera, quizá Ikal no quería volver al cielo pero el resto echaban de menos su hogar y estaban allí abajo por los caprichos de un arcángel que les había arrastrado a la tierra a vivir una vida mundana y maliciosa en todos los ámbitos que alguno de ellos, quería volver a su tierra de nuevo pero jamás le había dicho nada a Ikal.Uxia, por su parte, seguía sin saber como podría lograr una de las cosas. Pues claro, que Ikal consiguiera enamorarse de ella no tenía que ver directamente con que ella pudiera llegar a cerrar el cielo y el infierno.
Claro que sentía como el poder cada vez era más fuerte en su interior pero, ella solamente se guiaba por su forma de sentir ese poder, de pensar lo que quería hacer y que se transformaba en esa energía que hacía que los demás ángeles y demonios sufrieran.
—Lo sé, ¿creeis que no sé lo que está en juego? -Dijo el chico dando un golpe a la mesa que hizo que todos se sobresaltaran.
— Claro que sabes lo que está en juego, todos lo sabemos menos ella. Está en juego, lo primero, la supervivencia de la humanidad y después nuestras vidas y que no se te olvide una cosa Ikal... la supervivencia humana está por encima de lo que nosotros queramos para nosotros mismos. –Dijo Zad mientras tomaba asiento en una de las sillas que había frente al escritorio del arcángel.
Se habían reunido allí solo por una cosa. Las paredes de aquel despacho estaban hechas de un material especial y muy costoso. Platino, que hacía que todo lo que pasara en aquel lugar quedara fuera del alcance de su padre, todo lo que se dijera dentro, todo lo que se hiciera dentro era totalmente secreto.
— Pues claro que queremos la supervivencia humana Zad... esto es lo primero en lo que pienso. Créeme. –Dijo el chico desde su silla de escritorio.
— No tanto cuando veo como la miras... cuando veo ese hilo rojo que os tiene conectados. –Respondió el rubio de ojos verdes mientras inspeccionaba esas miradas furtivas que había entre los chicos.
Ikal ya había caído y ni siquiera se había dado cuenta.
— A ver, creo que se os olvida algo. –Dijo la chica tranquilamente mientras jugaba con su pelo.
—¿Que cosa híbrida? –Dijo Uriel de mala gana.
La chica se levantó de su asiento y se acercó de nuevo a él para encararlo.
— Lo primero, te prohíbo que vuelvas a hablarme así, angelito... lo segundo. Quiero volver a escuchar que es lo que te dijo tu padre exactamente sobre esa mujer de la que te enamorarías. Con puntos y señales. –Dijo aquello último mirando al pelinegro.
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Polvo de ángel
Ficção AdolescenteSolo tiene una misión: corromper a la humanidad. Solo una condición: no enamorarse de una mujer Ikal lleva en la tierra más de dos mil años a salvo hasta la noche que conoce a Uxia. O al menos eso cree él. Uxia lleva seis meses en una espiral de do...