Capítulo 16. LA MUJER

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La relación había cambiado, ahora, había una conexión entre los dos que era tan fuerte que hacía que los corazones de ambos latieran al unísono.

Uxia ya había arreglado sus papeles para conseguir entrar de nuevo en la universidad y terminar sus estudios y aunque, había algo dentro de ella que ahora estaba creciendo por momentos, la chica quería terminar aquello que le recordaba tanto a su familia. Cerrar un ciclo para comenzar uno nuevo. Solo le quedaban algunas asignaturas y el trabajo final, así que no sería demasiado para aquella chica lista que había sido siempre.

Ikal, por el contrario se había desentendido de varios de sus turbios negocios pues aunque ya era asquerosamente rico nunca dejaría de crear más y más riqueza pero ahora tenía que centrarse en otra cosa.

Tenía que enseñar a Uxia a dominar su poder, o por lo contrario, acabaría ella sola con el mundo.

— ¿Y donde vamos? –Preguntó la chica con una pequeña sonrisa en su rostro.

— Pues vamos a reunirnos con los chicos, ya es hora de que se presenten bien. De que sepan lo que eres y quién eres para mí. –La chica sonrió ampliamente.

— Ah sí... ¿y que soy para ti? –Dijo con una ceja levantada y mirando como el chico conducía.

— Lo sabes... eres mi todo pequeño demonio. –Ella no se podía creer aquello.

— ¿Tu todo?... quizá es exagerar Ikal –Se encogió de hombros.

— Mi todo Uxia, eres mi todo. –Dijo el chico de nuevo en un tono serio que hizo que la chica borrara su sonrisa.

Si ya la costaba creer en ella misma. En lo que sentía en aquel momento no podía creer que aquel ángel tan cercano a Dios pudiera saber que ella era su elegida solo habiendo pasado unos días con ella. Se habían conocido solo hacía unas semanas y ahora él quería darla todo lo que quizá la hubiera faltado alguna vez. La verdad.

La verdad sobre quién era, la verdad sobre la profecía, la verdad sobre todo lo que ella habría creído alguna vez. Aquella vida que tuvo que ahora solo parecía un espejismo irreal.

— Yo, no quiero ser el todo de nadie Ikal, siento, siento que estoy atada a ti, siento ese lazo que nos une de una manera que no puedo explicar pero, ¿tú todo? Yo no debería ser tu todo... –Dijo la chica seriamente.

El chico paró el coche en seco y la miró a los ojos.

— Tu, no puedes decidir lo que siento. No puedes decidir lo que quiero darte y lo que quiero hacer por ti. Y créeme mujer, acabaré siendo tu todo. –Dijo justo antes de quitar su cinturón y abalanzarse sobre la chica para devorar sus labios.

Ella no le paró, dejó que el chico agarrara su pelo y la atrajera sobre su cuerpo. Que metiera su lengua en su boca y la explorara de aquella manera tan minuciosa que a ella tanto la volvía loca y la soltó justo después, dejándola anhelando el contacto.

— Y ahora... vamos dentro. –La chica se quedó desconcertada.

Ni siquiera se había dado cuenta de que habían aparcado delante de una gran nave industrial.

— ¿Aquí es donde tramas tus maldades? –Dijo la chica con una clara muesca graciosa en su cara.

— Venga, ahora vas a ver donde tramo mis maldades. –Ikal la miró y sonrío de una manera lasciva haciendo que la chica se ruborizara.

Se bajó del lujoso coche que tenía aquel hombre y lo siguió hasta la pequeña puerta que había a la izquierda. Tenía una clave pin y después leyó su huella para abrirse tras escanear su ojo. ¿Qué cojones?

Polvo de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora