Una Búsqueda Tormentosa, Parte 1

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Luego de una noche de descanso, todo el escuadrón se reunió con energías renovadas.

Por la mañana, y gracias a que el clima era medianamente aceptable para entrenar, gran parte del escuadrón realizaba ejercicios de reconocimiento bajo el mando de Lars.

Mientras tanto, yo coordinaba con la academia el papeleo para una nueva entrega de suministros a través de la radio en mi cintura...

— Necesitamos... —comencé a leer las notas que me había dejado Lars— cuatro sacos de arroz y cuatro de fideos, seis barriles grandes de leche... ciento veinte salchichas, tres sacos de papas... — Y la lista continuaba.

Mantener a un grupo de casi cuarenta personas requiere una cantidad considerable de comida constante, y más aún si el día anterior tuvieron una especie de "fiesta".

— Teniente... —dijo la voz femenina a través de la radio—. Teniendo en cuenta el presupuesto asignado para su escuadrón, este pedido los dejaría casi en saldo cero, y la siguiente evaluación es en unos días...

— Estaremos bien hasta la evaluación. No se preocupe... —le aseguré mientras veía la alacena vacía frente a mí.

— Entendido, Teniente... aguarde un momento... —La radio se silenció por unos instantes—. Teniente, ya encontramos reemplazo para el personal faltante en su escuadrón. Deberían estar ya en camino hacia su base...

— Perfecto —celebré en silencio—. Aguardaremos hasta la próxima evaluación entonces, cambio y corto. —Corté la transmisión desde mi radio.

Por fin íbamos a estar listos para la siguiente evaluación y, en consecuencia, para el examen final...

Desde nuestra derrota ante el 3er Escuadrón hace varias semanas, casi no hemos combatido en los entrenamientos... Y en las pocas veces que lo hemos hecho, el tanque no estuvo presente...

Con esta nueva noticia en mano, le avisé por radio a Lars que regresara con el resto del escuadrón para presentar a los nuevos reclutas, y me dirigí rápidamente a terminar las reparaciones del tanque.

Estando, de cierta manera, emocionado por volver a tener el tanque operativo, levanté la gran puerta frontal del taller y comencé a dar los toques finales al sistema de rotación de la torreta.

En un principio, solo se trataba de conectar las dos manivelas que controlan el giro y la elevación del cañón de la torreta. Sin embargo, siguiendo uno de los consejos de mi madre en su carta, decidí intentar agregar algo más.

El motor de vapor de 200 hp del tanque le da suficiente fuerza para moverse ágilmente entre los nevados bosques y planicies. Por consejo de mi madre, y ante el evidente sobrante de potencia del motor, opté por añadirle un sistema de rotación hidráulico, independiente al sistema de rotación manual. Esto permitiría que la torreta gire utilizando la fuerza del motor, haciendo el proceso más rápido y ágil en combate.

Pero, por desgracia, ese ajuste tomaría al menos medio día más, y con los nuevos reclutas a punto de llegar, solo pude concentrarme en conectar las manivelas al sistema de rotación, dejando al tanque con el sistema manual simple y confiable.

Luego de instalar las manivelas en los dientes del anillo y en el sistema de elevación de la torreta, comprobé su eficiencia girando las manivelas.

La primera manivela, la de rotación, permitía, según cronometré con mi reloj de bolsillo, un giro horizontal en casi once segundos, mucho más rápido en comparación con los quince segundos previos. La segunda manivela permitía subir o bajar el cañón en menos de cinco segundos...

Crónicas del Escuadrón Queens VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora