Luego de pasar un rato pensando, decidí levantarme y encargarme del tanque en el taller; aún le quedaba tiempo para estar operativo.
Antes de retirarme, me volteé para ver cómo todos dentro de la base disfrutaban de la comida y del tiempo juntos, incluido Lars, que se había quitado la máscara para comer. Por suerte, y debido al tiempo que llevamos juntos en este escuadrón, a nadie le incomoda la deformidad de la boca de Lars, así que se da el lujo de quitarse la máscara al comer frente a los demás.
Al principio, era muy reacio a hacerlo, pero, conforme pasó el tiempo y nos fuimos quitando las vergüenzas entre todos, él amasó la suficiente confianza para quitarse la máscara. Antes, se alejaba del grupo para comer y luego volvía como si nada hubiera pasado. Por suerte, ahora es diferente y se permite mostrar la boca...
Una vez crucé del edificio principal de la base al oscuro taller, comencé a buscar el pequeño interruptor de la luz sobre aquella fría pared de piedra, mientras aún podía oler el tenue aroma del estofado y la ocasional risa fuerte de alguno de los muchachos.
Luego de encontrar el interruptor, encendí la luz y busqué una de las toscas escaleras que habían fabricado los muchachos para vender, apoyándola bajo el conducto de ventilación para revisarlo. Quité uno de los pocos tornillos que mantenían adherida la tosca rejilla del conducto y observé con una lámpara de aceite el interior en busca de algún indicio que me dijera por qué aún podía distinguir el olor al estofado entre el fuerte aroma a aceite y metal quemado del taller.
Por desgracia, no pude encontrar lo que estuviera provocando dicha "fuga". Tampoco es que me importara mucho; no me afectaba en nada trabajar con el tanque mientras degustaba el aroma especiado del estofado.
Cansado de buscar, me bajé de la escalera y la dejé apilada con las demás que estaban a la venta. Después de acomodarla en su lugar, me volteé hacia el pequeño armazón destrozado del tanque que yacía en medio del taller; sobre él, colgando de una grúa en el techo, estaba la torreta.
En conjunto, se asemejaban a un cadáver cuya cabeza había sido arrancada a la fuerza por las cadenas...
— Sí que nos la pusieron difícil los del 3er Escuadrón... —reflexioné mientras veía aquel cadáver metálico separado de su cabeza—. Asumo que tendré que repararte... —suspiré con cansancio—. Como siempre lo hago...
Fiel a mis palabras, como era costumbre, me quité el resto de mi uniforme de oficial y me puse un viejo overol de trabajo que descansaba entre varias cajas de repuestos en una esquina.
Con la ropa lista, me dispuse a intentar reanimar aquel cadáver decapitado con ayuda de la maquinaria pesada del taller... A pesar de que, luego de la muerte de papá, mi relación con mi madre no fue la mejor, aprendí varias cosas de verla trabajar arduamente en su taller. Aprendí a trabajar con el metal, las mejores técnicas de soldado, incluso a usar las grandes grúas de su taller. Aunque en este taller no tengo ni la mitad de los recursos que tenía en el de mamá, siempre me las arreglo para reparar el tanque.
Por más placas de blindaje que se le hayan desprendido o si tengo que reconstruir las orugas de nuevo, siempre logro hacerlo en tiempo récord para la siguiente evaluación o examen.
Sin embargo, como en el último ejercicio conjunto con el 3er Escuadrón nos "masacraron" y mi artillero y conductor resultaron gravemente heridos debido a la munición cinética de los equipos antitanques de los demás escuadrones, no vi la necesidad de apresurarme tanto con las reparaciones. Preferí consultarle a mi madre mediante una carta cómo mejorar el blindaje sin agregar peso al chasis.
En un principio, no tenía esperanzas de que respondiera, pero, curiosamente, lo hizo.
Su carta venía dentro de un sobre mal sellado... No pude evitar sonreír ante eso. Mi madre no fue demasiado atenta, menos con estas cosas. Aun así, no se olvido de enviar la carta con las indicaciones e instrucciones. Tras todos los bocetos y nomenclatura, había una explicación simple: soldar las placas en vez de remacharlas, como se hace con las unidades Fenrirs convencionales. Aunque era más costoso y lento, soldar las placas brindaba una excelente protección.

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Crónicas del Escuadrón Queens Victoria
Science FictionUn joven Teniente se alista en venerada Academia Queens Victoria, Lawrence Valenholt, no está allí solo para servir a su nación como miles de jóvenes cada año, sino que para un propósito más doloroso: limpiar el nombre de su familia, mancillado por...