Las balas volaban en todas direcciones, rebotando en el grueso blindaje del tanque o siendo bloqueadas por el robusto escudo de las Gemelas.
— ¡Capi, qué hace afuera! —me gritó sorprendida Lu mientras sostenía con fuerza el escudo, resistiendo los impactos de bala que se dirigían hacia ellas.
— Algo no me cuadra con Björn —le respondí a ambas—. Voy a ir con Lars, necesito acercarme y ver el bosque de cerca. ¡Cúbranme! —les pedí mientras intentaba salir hacia la parte trasera del tanque.
— ¡Lo cubrimos, Capi...! —asintió Ana, dejando de disparar—. Denos unos segundos a que se enfríe el cañón... Lu ¿Has contado las balas que nos quedan en este cargador?
El cañón de su ametralladora emitía una gran cantidad de humo y calor. Aquella arma podía disparar hasta mil balas por minuto si se le daba vía libre, pero, corrían el riesgo de que el cañón explotara y dejara el arma inutilizable, dejándolas fuera de combate. Pese a la opción, Ana era perceptiva y sensata, sabía cuando dejar de disparar.
— ¡Lars! —lo llamé por radio—. ¡Voy con ustedes, las Gemelas me cubren! Sigan disparando hasta que llegue.
— ¡Copiado! —respondió a regañadientes.
— ¡Capi, estamos listas! —sonrió Lu mientras levantaba el pulgar—. ¡Dé la orden y disparamos!
Asentí al instante y ellas dispararon, aturdiendo mis oídos y a al vez, suprimiendo el posible fuego en nuestra dirección.
A mi lado tenía una ruidosa ametralladora que apenas dejaba de disparar; varios metros más adelante, ambas fortificaciones de soldados disparando y gritando cosas incomprensibles; y, como si fuera poco, decenas de metros adelante, los soldados del 2.º Escuadrón no dejaban de disparar en nuestra dirección, haciendo rebotar las balas por todas partes. Chispas volaban y pedazos de tierra, y nieve se deshacían ante las decenas de balas que rebotaban.
Tuve que esperar en ese infierno de balas por un minuto antes de poder encontrar el momento para correr.
En un breve momento de paz, el fuego enemigo cesó.
— ¡Ahora cúbranme! —Exclamé mientras me deslizaba fuera del tanque y caía en las densas capas de nieve, llenas de casquillos grises.
— ¡Corra, Capi! —me gritó Lu con todas sus fuerzas mientras su hermana volvía a disparar en dirección a los arboles.
Infinidad de casquillos comenzaron a salir volando de la ametralladora de Ana, la señal para que comenzara a correr.
La barricada donde estaba Lars con sus muchachos estaba a unos quince o veinte metros a través de campo abierto. Tendría que correr y cruzar rápido esa distancia para que esos "pura raza" no pudieran alcanzarme. Los nervios me hacían hiperventilar y las balas que rozaban mi cabeza solo hacían replantearme por qué hacía esto, pero ya era muy tarde para arrepentirse.
No conocía la composición exacta de los soldados del 2do Escuadrón, pero sabía que entre sus filas contaban con varias elfas, raza con habilidades innatas para usar armas a distancia y que cuenta con enseñanzas culturales milenarias en el arte de la puntería.
Por suerte, nosotros también teníamos algunas chicas que compartían sangre élfica, así que sabían más o menos de lo que eran capaces los "pura raza".
— ¡Law! —me instó Lars apoyado contra la barricada mientras me hacía señas con los brazos—. ¡Corre de una vez, bastardo, no sé cuánto vamos a resistir!
— ¡Corra, Teniente! —me gritaban los soldados de espaldas a mí, disparando sus rifles desenfrenadamente para ganarme tiempo.
Antes de correr, miré en dirección al bosque y vi varios reflejos cristalinos blancos viniendo de algunos de los árboles.
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Crónicas del Escuadrón Queens Victoria
Ficción GeneralUn joven Teniente se alista en venerada Academia Queens Victoria, Lawrence Valenholt, no está allí solo para servir a su nación como miles de jóvenes cada año, sino que para un propósito más doloroso: limpiar el nombre de su familia, mancillado por...