Una vez dejé el taller atrás, ingresé al dormitorio y me dirigí directamente hacia mi cama, lugar donde me esperaban cuidadosamente dobladas varias prendas de mi uniforme negro.
El dormitorio casi que estaba completamente vacío, la única compañía que tenía era el constante crepitar de la estufa o algún grito pasajero de los muchachos entrenando afuera.
Era el momento propicio para cambiarse. Si bien nadie tiene problemas en cambiarse en presencia de algún miembro del escuadrón, los pequeños momentos de privacidad así, son algo que es difícil no valorar y apreciar...
Luego de entrar en mi pequeña habitación de frazadas, procedí a sacarme con mucho cuidado las prendas superiores de ropa y mis vendas dejándolas sobre la cama. Una vez tuve el pecho al descubierto, me paré frente a un pequeño espejo que me había prestado una de las muchachas del escuadrón y me fijé el estado de mis puntos.
La vista era grotesca y bastante lúgubre. Desde un poco más abajo de mis hombros y completamente en el centro de mi pecho, una gran línea dividía en dos mi pálido pecho. Y cruzando constantemente aquella división, una serie de gruesos hilos negros iban saltando de un lado al otro de mi herida, zurciendo aquella mortal herida y previniendo mi posible fallecimiento.
Verme al espejo y tener que observar aquella reminiscencia solo me hacia plantearme cuan efímera era mi vida y como en un simple instante, uno puede perderlo todo...
- ¡Te ves bien Capi! - Me gritó aquella joven enérgica desde mi espalda.
- ¡Lu! - Me volteé sorprendido hacia ella - Pensé que estarías con tu hermana ¿Qué te trae a ver como se cambia tu Comandante? - Pregunté en tono de broma.
- Si... - Asintió apretando ambos labios pensativa - Pero Ana estaba un tanto decaída, ya sabe, por lo del espía Imperial...
- Que nadie te oiga decirlo muy fuerte, Lu - Le aconsejé, comenzándome a colocar mi camisa blanca - Hasta donde sabemos solo es una hipótesis y tampoco sabes quien te está escuchando...
- ¿Pero no es así Capi? - Me preguntó con una mezcla de seriedad y preocupación - Yo lo oí, todos lo oímos, el grito por Dragnassil... Ese enano era Imperial, incluso el arma lo era...
- Pero no hay forma de probarlo ¿No es así, Lu? - Me acerqué a ella con una sonrisita y le comencé acariciar aquella frondosa y enrulada cabellera pelirroja.
Ambas se deben de sentir muy mal. Uno de los pocos baluartes que teníamos para relacionar al Imperio ya no está. Ellas lo mataron con tal de salvarme la vida...
No debe ser nada bueno para ellas saber que parte del caos que se está gestando dentro de la academia puede deberse a su culpa. Pero era lo que ellas debían hacer ¿No es así?
Uno de los trabajos de ellos como soldados es actuar en consecuencia y viendo ellas que me acababan de disparar, no las puedo culpar bajo ningún concepto de haber devuelto el fuego.
Hasta ese momento nadie sabía que aquel enano podría desentrañar una conspiración dentro de la academia, o siquiera servirnos de ayuda para descubrir más información acerca del Imperio. Ellas actuaron en consecuencia y no podría estar más de acuerdo con lo que hicieron.
- No se preocupen ustedes dos - Le comencé a revolver el pelo con fuerza - No hicieron nada malo, me protegieron y eso es lo importante. Así que anímate, van a ir conmigo a la academia. - Le refregué un poco más fuerte la cabeza y la mandé a por su hermana - Ve por Ana y espérenme en el taller con Ludmilla.
- Entendido Capi... - Asintió con pesadez, mientras se alejaba por el pasillo de frazadas.
Era más que comprensible su preocupación, pero al menos ahora ella sabía que para mí, no hicieron nada malo, simplemente me protegieron...
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Crónicas del Escuadrón Queens Victoria
Ficción GeneralUn joven Teniente se alista en venerada Academia Queens Victoria, Lawrence Valenholt, no está allí solo para servir a su nación como miles de jóvenes cada año, sino que para un propósito más doloroso: limpiar el nombre de su familia, mancillado por...