Una Larga Noche, Parte 1

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El trayecto con el 3er Escuadrón fue más lento que con el grupo anterior, pero las varias filas de soldados lideradas por Fyra compensaban la falta de velocidad.

Éramos más de un centenar de soldados de diversas razas: elfos, lupinos, humanos, algunos cíclopes y ogros, avanzábamos en una única formación rectangular. El silencio solo era interrumpido por el crujir de nuestros pasos sobre la nieve y el místico oleaje del viento al pasar entre los árboles a un lado del camino.

A pesar de lo ocurrido, Fyra no dijo una sola palabra sobre el asunto. Simplemente caminó a mi lado en silencio, aguardando a que yo iniciara alguna conversación. Pero no lo hice. La muerte de Gisela y la idea de la ofensiva adelantada por nuestra parte me tenían absorto. No fue hasta que todos llegamos a la muralla que surgieron algunas conversaciones dentro de la formación. Pero no entre Fyra y yo.

Una vez que los muchachos nos divisaron, un grupo de ellos, con la ayuda del tanque, despejaron por completo la barricada, saliendo para recibirnos.

— ¡Law! —gritó Ludmilla, asomándose por la escotilla del tanque—. ¡Estás vivo y acompañado!

— ¿¡Acaso no confiabas en mí!? —respondí con una sonrisa, intentando olvidarme por un momento de lo sucedido antes. Pero sentía como esa oscuridad se arraigaba lentamente a mí.

En cuanto el tanque se acercó lo suficiente, Ludmilla le dio la orden de alto a Amaia, y el tanque frenó a pocos metros de nosotros. El vapor que escapaba de los escapes del blindado, nos reconfortó con su calor, permitiéndonos sentir su abrazo en una noche tan gélida como esta. 

— ¡Capi! —exclamó Lu, corriendo hacia mí con Ana a cuestas—. ¡¿No está herido, verdad?!

— Lars ya nos informó de lo sucedido —intervino Ludmilla, volviendo a un tono más serio y sereno—. Hace unos minutos llegaron los muchachos con el cuerpo... Ya ordené que la llevaran con los demás al otro lado de la muralla. No te preocupes por eso.

— Confiable como siempre, Lumi... —respondí con una sonrisa algo pesada, guiñándole un ojo, evitando a conciencia mirar hacia "ese lado" de la muralla .

Fyra observaba en silencio nuestro intercambio, como si intentara analizarnos con aquellos ojos multicolor. Ludmilla, siempre perspicaz, no tardó en notarlo, levantando inquisitivamente su ceja mientras se cruzaba de brazos.

— Con que aquí estás, Fyra... —le habló como si la conociera—. Tanto tiempo sin vernos.

— ¿Se conocen? —pregunté, mirándolas confundido.

— Sí... —respondió Fyra a regañadientes, chasqueando apenas su bífida lengua—. La Familia Real de Eichernberg y la mía suelen tener bastantes "negocios" juntos. No preguntes —me pidió con seriedad.

Ludmilla también me lo pidió con un leve movimiento de cabeza.

Francamente, no podría importarme menos lo que sus familias hagan entre sí. Tenía cosas más urgentes de las que encargarme. Sin embargo mi curiosidad no era inexistente. Que dos familias tan poderosas tuvieran "negocios", me resultaba demasiado intrigante pero no lo suficiente como para querer ahondar ahora en el tema.

Rápidamente me dirigí hacia Fyra,  señalándola a ella y a sus chicos.

— Fyra, tú y tus chicos entren a la muralla y tomen las armas que consideren oportunas. Tenemos de dónde elegir, así que no escatimen. Las vamos a necesitar.

— Entendido, Lawrence. Tomaremos las armas y esperaremos afuera —asintió Fyra, dando indicaciones a sus soldados con gestos precisos. Había accedido extrañamente rápido, la situación lo ameritaba pero, no dejaba de llamarme la atención.

Crónicas del Escuadrón Queens VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora