— Lo piense por donde lo piense, no tiene sentido —comenté en voz alta—. Piénsenlo: atacar la academia como falsa bandera para una guerra. ¿No tiene sentido, verdad? —Los miré a los tres.
— ¿Querrán probarnos, quizás? —propuso Amaia—. Para ver cómo actúa la Academia... o sus estudiantes...
— No —negó con la cabeza Lars—. ¿Qué ganan sabiendo cómo actúa la academia? Nada. Hubieran atacado a los profesores o al personal de alto cargo, no a nosotros, los estudiantes.
— Incluso me pudieron haber atacado a mí —propuso, temerosa, Ludmilla—. Llevo casi el mismo tiempo que ustedes en la academia. No le costaría al Imperio saber que una de las princesas de Eichernberg está aquí. Sabiéndolo, bastaría con matarme para iniciar una guerra, o al menos ser el pie para una.
Todos tenían un margen de razón. Lo que dice Amaia tiene sentido; probarnos es una buena estrategia para prever qué se puede esperar de los nuevos reclutas en una posible guerra.
Atacar a los profesores y altos cargos de la academia también sería eficaz: una porción de los estrategas y pensadores de la Federación se encuentran aquí, tras las murallas. Matarlos sería un duro golpe para la preparación de nuevas tropas y obstaculizaría al menos dos años la formación de nuevos oficiales.
Por otro lado, la idea de Ludmilla es más que factible. Matarla sería un golpe durísimo para el Principado de Eichernberg. A pesar de que hay más princesas además de Ludmilla, su muerte afectaría gravemente a la estabilidad del palacio. La idea de que los nobles no están seguros, que pueden ser asesinados, haría que muchos tuvieran que ocultarse, entorpeciendo la toma de decisiones. Esto afectaría no solo a la princesa Astrid, dado que parte de su corte no estaría, sino a toda la Federación.
La unión de las otras naciones es lo que hace fuerte a la Federación, y si esta deja de actuar de forma coordinada, es muy factible que colapse y que todas las naciones queden solas.
— Divide y vencerás... —murmuré—. ¿Y si eso es lo que quieren hacer? Destruir a la Federación desde los cimientos, como con lo de los mestizos. Todos aquí lo sabemos: al principio, los mestizos éramos vistos como la unión de dos pueblos. No fue hasta que el Imperio comenzó a atacar las Regiones del Norte, bajo el estandarte de matar mestizos, que todo el mundo comenzó a odiarnos.
— ¿Qué intentas decir, Lawrence? —Ludmilla levantó una de sus felinas orejas en mi dirección.
Los tres me miraban directamente a la cara, intentando entender cuál era mi punto.
— Piénsenlo: durante nuestro último entrenamiento, el Segundo Escuadrón casi nos derrota. ¿Pero por qué casi lo hacen? —les pregunté.
— ... —Ninguno supo responder.
— De nuevo, piénsenlo con cuidado, sobre todo tú, Lars, que los conoces casi igual que yo. Como todos sabrán, cada uno de los escuadrones "mayores" tiene una especialidad. Nosotros, el 4to Escuadrón, hacemos lo que se llama "Guerra Móvil". Es decir, combatimos en torno al tanque, atacamos rápido y de forma certera al enemigo para romper sus defensas. En cambio, el 3er Escuadrón hace "Guerra Estática": se atrincheran y utilizan su fuerte defensa para ganarle al enemigo. Pero el caso del 2do Escuadrón es todavía más raro. Ellos utilizan "Cargas en Masa", algo que les mencioné antes y que vieron con sus propios ojos. Tienen muchos soldados y usan sus números para abrumar al enemigo.
Me detuve un momento, viendo que había explicado algo bastante complejo. Quería darles tiempo para pensar.
Si bien, cuando uno es un Comandante de Escuadrón, sabe casi de memoria cómo funcionan las tácticas básicas, en un momento yo estuve en su lugar aprendiéndolas. Y tengo que decir que es complicado la primera vez que lo oyes.
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Crónicas del Escuadrón Queens Victoria
Science FictionUn joven Teniente se alista en venerada Academia Queens Victoria, Lawrence Valenholt, no está allí solo para servir a su nación como miles de jóvenes cada año, sino que para un propósito más doloroso: limpiar el nombre de su familia, mancillado por...