Academia Dividida, Parte 3

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Todos parecían estar muy felices de verme bien, ya que algunos comenzaron a sacar botellas de alcohol de debajo de sus camas para celebrar.

El ambiente se prendió rápidamente y al cabo de un rato, todos excepto yo y unos pocos, ya se encontraban bastante bebidos, cantando a capela canciones folclóricas y bailando al ritmo de las voces de los demás mientras bebían y comían hasta saciarse.

Por curioso que parezca, esta es una de las pocas veces que presencio una de las fiestas del escuadrón. Casi siempre los dejo solos para que no se sientan "oprimidos" por mi presencia y así puedan disfrutar al máximo.

Pero tenía que reconocer que el ambiente era bastante amigable y accesible si piensas en una fiesta de celebración de este estilo, y ninguno se sobrepasaba más allá de cierto límite. Si bien había algunos que estaban a punto de emborracharse, eran parados por los pocos que no y llevados a las camas para que se durmieran, por otro lado, estaban los "cantantes", aquellos que, si bien habían bebido, su disfrute era cantar en compañía de los demás todo tipo de canciones, algunas incluso eran desconocidas para mí, muy seguramente herencias de sus lugares de proveniencia. Y por último estábamos los abstemios o los que no bebíamos por razones internas del escuadrón, séase para estar lucidos en caso de emergencia o yo que era el Comandante, por ejemplo.

En general todos disfrutaban de mi "regreso", menos uno, Lars, que estaba hablando con Amaia en un rincón del dormitorio...

- Seguramente se sienta culpable por no haber estado ahí cuando me dispararon... - Pensé en voz alta mientras lo miraba, estando sentado al lado de la estufa.

- ¿Usted creé capi...? - Apareció Ana detrás mío con otro bol de estofado - A mi me parece más que está haciendo lo posible para que no vuelva a suceder.

- ¿Y por qué lo crees?

- Luego de que volviéramos a la base, él junto con Amaia... - Se detuvo a comer con tranquilidad unas cucharadas de estofado - Se han esforzado en aprender primeros auxilios... Creo que por si sucede algo similar a lo ocurrido con usted o la señorita Ludmilla. Ellos se han comenzado a esforzar mucho... Todos... - Dijo mirando el ambiente festivo - Se están esforzando para mejorar...

- Mejor así... - Murmuré mientras me tocaba con cautela el pecho - No podemos confiarnos...

Luego de decirme esas palabras, Ana se levantó y se fue a ver a Lu, que ya había caído a manos del alcohol, bailando y gritando enérgicamente como es usual en ella. Una vez Ana estuvo al lado de ella, la agarró de un brazo y con disimulo, sin dejar de fingir un baile un tanto escueto, se la llevó lentamente hacia la cama de ambas, donde la acostó y tapó, quedándose a su lado con tal de que se durmiera Lu.

Pero la desaparición de la enérgica Lu no hizo nada para desestabilizar la fiesta.

Todos seguían cantando y bailando agarrados los unos de los otros, mientras que, en el fondo, los cuchicheos y risas de los demás se oían por todo el dormitorio, haciéndome dudar de siquiera como podían dormir los que ya se habían acostado. Yo mismamente no podría, al menos si no me vibrara al pecho con cada pisotón que daban los muchachos, haciendo que aquel dolor postoperatorio volviera y sacándome más de una lagrima.

Por suerte y desgracia, la fiesta siguió por quien sabe cuánto tiempo más.

Y para cuando quise darme cuenta, ya era pasada la media noche y yo me la había pasado sentado frente a la crepitante y cálida estufa como un amargado.

No es que no quisiera al menos beber o charlar con los demás, es que estaba más cómodo en este momento, sentado y viendo a los demás reír y disfrutar, tampoco era que pudiera ponerme a bailar, así como así, tenía una operación que curar, y ya bastantes movimientos bruscos hice al levantarme hoy de la cama he ir al taller para luego volver. Es más que suficiente ejercicio físico.

Crónicas del Escuadrón Queens VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora