-El elixir es una bebida maravillosa y eso es lo que tú eres para nosotros dos, nuestro exquisito elixir de la vida -Sus ojos azules me atravesaron.
-Pero una vez dejemos de tomar ese elixir que nos mantiene con vida, es probable que nuestro futuro...
El clima de aquella ciudad era terrible, la lluvia caía sin cesar en el campo de batalla, muchos cuerpos se encontraban sin vida y la lluvia arrastraba la sangre y el lamento de aquellas almas consigo.
Aquel aquelarre había sido destruido y con ello todos los hechiceros que vivían allí, incluso niños fueron víctimas de aquella masacre.
Hechiceros contra mortales, aquello parecía un chiste de mal gusto, unos mortales enfrentándose a una de las razas más grandes y poderosas como lo eran los hechiceros. Habían tenido constantes guerras, siglos y siglos de desacuerdo, parecía una guerra que jamás tendría final.
Pero contra todo pronóstico, aquel ejército de mortales había destruido el poderoso aquelarre, era inconcebible perdonar aquel acto de puro descaro.
¿Cómo pudieron?
¿Cómo pudieron esos mortales enfrentar la furia de aquella poderosa raza y aún así burlar sus defensas?
Inconcebible.
Esos simples mortales...
Cinco Guerreros del ejército mortal habían sobrevivido a aquella masacre, los guerreros más poderosos de aquel lugar, dominaban las armas como ningún otro mortal y su mente y alma eran resistentes al impacto de la magia, guerreros incomparables.
En aquel aquelarre solo había sobrevivido la líder del lugar, la furia de aquella mujer no cabía dentro de su cuerpo, pero sabía que no tenía oportunidad, su cuerpo y su poder estaban agotados, no podría matarlos, pero haría algo peor, haría que se arrepintieran de aquello que habían hecho.
De sus bolsillos sacó algunas joyas y las arrojó a aquellos guerreros.
—No intentes hacer nada anciana, no te daremos la oportunidad —Un rubio de ojos violetas se puso la defensiva.
Pero a aquella hechicera no le importaba, lanzaría aquel hechizo aunque quedara sin vida, sacrificaría cada gota de su alma en aquello.
Los guerreros quedaron petrificados ante el próximo hechizo.
—Seres inferiores, hoy yo los condeno a estar atados a una mujer que los posesione, viajarán a través del universo y conocerán la humillación, nadie respetará su existencia y serán reducidos a nada, como la escoria humana que son, a partir de hoy seréis esclavos de una mujer y aquel hechizo solo se romperá si encontráis el amor verdadero.
Dos de aquellos chicos fueron sellados en un relicario para comenzar así un interminable viaje
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