EL ENTRAMADO [Dark Fanfic]

LA ENCRUCIJADA. PARTE 5

HANNO TAUBER

NOCHE DE LA FIESTA, 4 DE NOVIEMBRE DE 1919

Nuestras vidas están profundamente marcadas por el dolor. Caminamos de la mano con monstruos invisibles, demonios que nos arrastran a las profundidades más oscuras de nuestro ser. Pronto aprendí que existe un paraíso donde somos libres de todo sufrimiento. Los pecados cometidos se absuelven y somos salvados el resto de la eternidad.
La ciencia me había enseñado que no importaba cuan duro el camino, cuantas manchas acumulara en el historial; el placer del olvido me conduciría al paraíso, y allí encontraría el más bello de los paraísos.

"Dios plantó un jardín en Edén, y allí puso al hombre que había formado."

La noche de la fiesta, tras pelearnos en la calle, Claudia se había perdido en la oscuridad de la calle. Pero no me importó, porque eso me permitió moverme con total libertad por la casa.

Me adentré en el despacho de John Tannhaus sin llamar a la puerta. Sonreí al verle sentado en la butaca de su escritorio con una expresión triunfante en el rostro. Indicio de que todo iba según lo planeado.

-¿Le has mandado a otro año? -le pregunté con intriga.

-Ha sido pan comido. Tenías razón, tu diseño cuántico funciona. Podemos comprimir las partículas de masa, reducirlas a partes ínfimas para condensarlas dentro del mecanismo del reloj. Cuando este se activa, los núcleos de los átomos fusionan y desprenden el polvo dorado creando así un campo magnético que engulle a quien lo posee.

-Y crean un agujero de gusano, un túnel, que conecta así los dos puntos del espacio-tiempo. -completé con satisfacción. Conocía la letra de mis propias teorías de memoria.

-Exacto. -John se puso de pie para estrechar mi mano con orgullo. -Enhorabuena Tauber, los viajes en el tiempo son posibles.

-Y gracias a tus relojes, completamente discretos. Nada de artilugios raros como había diseñado en un principio.

-Me temo que hacemos un buen equipo. Ahora ya podremos mandarle uno de esos relojes a los del partido nazi y ganar esa montaña de dinero que nos prometieron.

Encajamos las manos en un agradecimiento silencioso por el trabajo que llevábamos años labrando a escondidas. Me dolía habérselo ocultado a Claudia, era la única persona del mundo con la que ansiaba compartir mis hallazgos científicos. Pero cuando le planteé mis visiones sobre los viajes en el tiempo para modificar la realidad a nuestro antojo y garantizar un mundo mejor, se posicionó en contra y estuvo semanas sin dirigirme la palabra.

-No podemos jugar a ser Dios, Hann. Dios no existe, ¿y sabes por qué? Porque nadie tiene el derecho a decidir quién vive y quién no. Una máquina como esa podría alterar el universo en una infinidad de formas que no podemos controlar. Destruiríamos todo lo que conocemos o lo fragmentaríamos en múltiples variaciones de la realidad. Las partículas podrían incluso matarte, pues desconoces el efecto que tienen en el ser humano. No me quedaré viendo como el hombre al que amo es destruido por sus propios estudios.

La cogí del brazo y la atraje hacia mi con brusquedad para obligarla a mirarme. Acaricié el interior de su codo con el dedo gordo, sintiendo su pulso acelerado bajo mi tacto. Nuestros rostros estaban a un aliento de distancia, sacudidos por la respiración agitada fruto del enfado.