BERTHA

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La forastera, al igual que el resto de la clase, desvió la mirada hacia Jonas, el cual se apresuró a recuperar su posición habitual para que dejaran de prestarle atención; y el caso es que los alumnos tardaron poco en regresar todos sus sentidos de cara a la nueva. A lo largo de mi vida, he visto la misma generación de jóvenes cometer los mismos errores, tropezar con las mismas piedras una y otra vez. Siempre creí que cambiarían, que dejarían a un lado la toxicidad que ellos mismos creaban, el odio y la carencia de empatía, de sensibilidad; y mi fallo fue justamente eso, tener fe en una sociedad destinada eternamente a autodestruirse.

A pesar de la positividad que le transmitía a Jonas aquella muchacha, había un halo de misterio rodeándola que cualquiera se hubiera muerto por descubrir. Sin embargo, lo que se guardaba siempre para si misma no era más que el resultado de un instinto de autoprotección. A pesar de ser abierta, habladora, amable y risueña, le solía costar confiar plenamente en los demás. Te entregaba su corazón, su bondad y dulzura porque para ella no había cabida del odio en el mundo; pero el cariño que ella anhelaba, las ansias por qué alguien la viera de un modo distinto, sus pensamientos más profundos, se lo callaba esperando que algún día alguien fuera capaz de ver un ápice de lo que la mayoría ni llegaba a vislumbrar. Mantenía la esperanza de que alguien lo daría absolutamente todo por conocerla.

Del mismo modo que el profesor le había indicado, se sentó en la mesa junto a la del joven Kahnwald. A medida que avanzó la clase, fue mirándola de reojo frecuentemente, hasta que decidió volver la vista lentamente encontrándose con unos ojos oscuros que le recibieron enseguida. Era incapaz de sacarse de la cabeza lo ocurrido en el bosque. Un oleaje de pensamientos inundaban su mente y se moría por oír sonar el timbre que marcaba el final de la clase, aunque significara el inicio de otra. Necesitaba hablar con aquella muchacha, con sus amigos, zambullirse a las profundidades para averiguar que demonios estaba pasando. 

Cuando Bertha apartó la vista del profesor que explicaba la materia frente a la pizarra para fijarse en Jonas, una sonrisa se dibujó en su rostro. Asimismo, se correspondió otra, algo más tímida, en el de su compañero. Aquello descolocaba totalmente al muchacho y aumentaba sus miedos de que la alumna nueva hubiera podido ser atacada o manipulada aquella misma mañana . Sus corazones parecieron palpitar al unísono por un efímero instante. Fue como ver una estrella fugaz; un hecho tan íntimo que, a veces, a causa de la magia que esta misma desprende, parece algo casi fantástico. El joven aprovechó para captar los máximos detalles posibles de la jovenzuela. Primero, le hizo gracia la diminuta peca que tenía debajo del rabillo del ojo derecho. Si se fijaba bien, podía percatarse de que tenía unas cuantas más, aunque aún eran sombras; un par cerca del labio, alguna otra por la mejilla o justo en el rabillo del otro ojo. Se sintió como un arqueólogo haciendo un gran hallazgo en un terreno desconocido. Nadie se había parado nunca a contemplarla con detenimiento, por eso, Teufel se sintió desasosegada. Se adentraron en una sensación totalmente nueva para ellos, perdidos en los correspondientes ojos del otro durante lo que fueron apenas unos segundos, sintieron que se encontraban solos en el aula y que el tiempo había dejado de avanzar.

-¡Kahnwald! -llamó el profesor. -¡Kahnwald! -repitió con remarcable enfásis al no obtener respuesta.

La forastera giró la cabeza hacia docente retomando así el ordinario tic tac del reloj. El muchacho se sobresaltó al oír su apellido.

-¿Sí, señor Schmidt?

-Te he preguntado que cómo resolverías este problema de lógica. Te veo muy disperso hoy. Esto no es el parvulario, estate atento.

-Lo siento señor Schmidt. -dijo manteniendo la compostura.

Aprovechó que el profesor se giró de cara a la pizarra para echarle una mirada furtiva a Bertha, la cual le estaba esperando con una vista de disculpa y vergüenza. Él negó con la cabeza mientras sonreía, haciendo de este modo sentir segura a su compañera. Aunque Jonas no lo supo, ese pequeño gesto enterneció el corazón de Teufel.

EL ENTRAMADO [Dark Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora