EL INICIO DEL FIN

906 56 20
                                    

Era un día más en Winden dónde todo seguía el bucle infinito que lo conectaba todo. Jonas Kahnwald se levantaría sobresaltado y empapado por un sudor frío fruto de aquella pesadilla que le atormentaba. Se repetía con exactitud cíclicamente; cada detalle, cada sombra, cada movimiento, todos eran calcados a la perfección por un lápiz invisible empeñado en trazar de la misma forma aquellos sucesos. A continuación, el joven desayunaría con su madre la cual, como la mayoría de días, encontraría inmersa en sus propios pensamientos. Desde que su padre se quitó la vida, aquella casa era cada vez más engullida por la oscuridad. Los centímetros de madera llenados con recuerdos familiares se convertían en astillas que rasgaban la esencia de los días buenos. Esas mismas, poco a poco, formaron un agujero irreparable en el muchacho. Sentía un vacío, un hueco, una pieza del puzzle perdida en una marea de fichas con preguntas sin respuesta. Finalmente, y tras ponerse su característico abrigo amarillo, emprendería el camino en bicicleta hacia el instituto.  

Sin embargo, aquel día ocurriría algo distinto; algo que la historia no tenía prescrita. Fue solo un pequeño incidente que, sin siquiera percatarse de ello, cambiaría el curso de todas las cosas.

Jonas, avanzando tranquilamente a través del bosque, se vió forzado a frenar en seco al escuchar un grito desgarrador procedente de la arboleda. Dejó rápidamente su bicicleta en la cuneta para correr a ayudar a quien lo necesitara; porque así era su espíritu. Era ese chico con un corazón enorme siempre dispuesto a echar una mano a quién le hiciera falta.

El terreno le transmitía una extraña calma tensa parecida a la perturbadora tranquilidad previa a una tempestad. Tu cuerpo lo siente, los sentidos se agudizan y tu instinto se desasosiega, avisándote así de lo que está por venir. Desde la desaparición repentina un par de meses atrás de Erik Obendorf, un joven de su edad, la gente prácticamente vetó el bosque. Nadie se atrevía a poner un pié por miedo a encontrarse con lo peor. La policía no había encontrado ningún tipo de pista, así que, como podréis deducir, los habitantes se encontraban cada vez más enfurecidos y desesperados.

No parecía haber nadie por los alrededores, tampoco se oían más ruidos, pero el muchacho sabía que Winden no era una pueblo cualquiera. Estaba podrido de secretos, de mentiras y estafas las cuales tal vez, ni siquiera serían reveladas jamás. Lo que conocemos es una gota de agua, lo que ignoramos, un océano; y aquel lugar no era una excepción.

Crujiendo las ramas bajo sus pies, dio unos pasos sobre si mismo tratando de obtener una visión periférica completa.

- ¿HOLA? -gritó tratando de hacer saber a la otra persona que no estaba sola. -¿ERIK? ¿ERIK ERES TÚ?

Desgraciadamente, solo el suave mecer de las hojas le respondió. Parecía que los árboles se susurraran entre ellos, haciendo correr la voz de los misterios que ocurrían en ese bosque. La cueva, situada unos cuantos metros más allá del chico, emitió unos rugidos graves y profundos, casi imperceptibles y difuminados que sin embargo él fue capaz de escuchar.

- ¿HOLA? ¿HAY ALGUIEN AHÍ? -vociferó varias veces mientras avanzaba cada vez más deprisa.

El pulso de Jonas se aceleraba por los nervios y su respiración se descompasaba progresivamente a causa de la inquietud. La tensión aumentaba conduciendo para alcanzar su punto álgido y yo sonreía desde las sombras viendo como así se producía. Bajé la mirada mientras sacaba simultáneamente el reloj de mi bolsillo. Antes de abrirlo, pasé el dedo por las iniciales grabadas en su cubierta, justo en el centro de la triqueta, las cuales yo había inscrito en su debido tiempo. Aquello sería el inicio del fin que conduciría hasta el siguiente principio. El ciclo se repetiría tal y como llevaba haciéndolo eternamente. No podía romperse, era inquebrantable; por mucho que se intentara, era imposible deshacer el entramado que unía todas las líneas temporales conectadas por la brecha.

Eché un último vistazo al muchacho solo para ver una vez más como encontraba el cuerpo sin vida de Mads Nielsen, el pequeño de la família Nielsen, el niño desaparecido en 1986 que jamás regresó a casa, si es que aquello podía considerarse un hogar. Pero de repente, algo cambió. Fue un temblor, una respiración, un aliento, un parpadeo, porque lo que Kahnwald encontraría entonces, sería lo que lo haría que todo se quebrara.

El joven recogió del suelo el mismo reloj que hacia unos instantes yo había sacado de mi bolsillo. Miró a su alrededor confuso, pensando que podía pertenecer a la persona que previamente había interrumpido su trayecto hacia el instituto.

-B.T. -susurró acariciando delicadamente aquellas iniciales ya grabadas en el centro de la triqueta. -"Para Bertha. Espero que el tiempo esté de su parte en su viaje." -citó tras abrirlo y leer la dedicatoria grabada en la contracubierta.

Me crucé de brazos tras guardar mi supuesta copia del aparato expectante por ver que iba a ocurrir. A lo mejor aquella vez todo cambiaría; era el camino hasta el fin definitivo. Asimismo, el muchacho lo guardó en el bolsillo de su abrigo amarillo para echar a correr de nuevo hacia su bicicleta y llegar de una vez por todas a clase. Se autoconvenció de regresar por la noche con sus amigos para resolver juntos aquella jugosa aventura que se traía entre manos. Se sentirían como dentro de algún libro de El Club de los Cinco que siempre leía con su padre de pequeño. Tal vez por eso se decidió a guardarse aquel incidente para si mismo y no llamar a la policía de inmediato, porque sería como tener al gran Kahnwald cerca nuevamente.

Jonas estuvo ausente toda la mañana, ignoró con una media sonrisa los comentarios de su pandilla cuando le preguntaron a que se debía su retraso. Él afirmó haberse dormido, aunque solo él, el bosque y yo podíamos constatar lo que realmente había ocurrido. Eso le daba ventaja y credibilidad, ya que solía ser algo que les ocurría frecuentemente a los adolescentes. Curiosamente, aquel día no fue el único que sufrió una demora. Después de su entrada en la primera clase de la mañana, alguien irrumpió en el aula una vez más, obligándole a levantar la vista al instante; ya que se había puesto a dibujar su hallazgo en una libreta.

-Hola, siento llegar tarde, hemos tenido un problema con el coche de camino a aquí y hemos tenido que esperar hasta que viniera la grúa.

Entró una muchacha de su edad, alta, con el pelo largo castaño cayéndole espalda abajo, unos ojos grandes y oscuros y facciones marcadas. Hablaba con un tono amable, afectuoso y dejaba  a la vista lo risueña que era. Era como si hubiera iluminado a aquella aula sin saber que lo necesitaba. Su mera presencia transmitía armonía y serenidad, lo cual se disputaba con el aparente ambiente cargado y oscuro del lugar. Mientras el profesor buscaba en la lista de alumnos paseó la vista por sus futuros compañeros. No parecía demasiado intimidada por todos aquellos pares de ojos ansiosos por saber quién era aquella desconocida. Esto, consiguió sorprender y despertar una admiración en Jonas. Poca gente era capaz de plantarse con aquella naturalidad en una situación que podía poner nervioso a cualquiera; especialmente si era una persona tímida como él.

-Debes de ser la alumna nueva. Toma asiento en el fondo de la clase, al lado de la mesa de Kahnwald. -dijo el profesor indicándole el lugar con un toque de cabeza. -Eres... Teufel ¿verdad?

-Sí, Teufel. -contestó asintiendo. -Bertha Teufel.

El corazón del muchacho dió un vuelco, dejó caer el bolígrafo que sostenía y echó la silla hacia atrás haciendo así que toda la clase se girara a mirarle. B.T. Bertha Teufel. Las iniciales grabadas en el reloj, la dedicatoria, la aparición de esa chica justo después de su llegada. Jonas creía encajar todo en su cabeza, aunque, como anteriormente he dicho, lo que desconocemos es un océano, y nuestro querido protagonista, se encontraba justo apunto de sumergirse en las profundidades de las aguas marítimas, de ser tragado por los misterios escondidos entre las olas.

EL ENTRAMADO [Dark Fanfic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora