Capitulo 8

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Aún no podía creer que hubiera ido a ese baile solo para no molestar más a Seiya. Sabía que Fighter estaría esperándola, pero quizá entendería que se debía a sus compromisos como Princesa y la disculparía. Subió las escaleras alzando un poco la falda de su hermoso vestido, uno de los tantos que guardaba para ocasiones especiales, pero eso sí muy a su gusto, falda amplia que llegaba hasta rozar el piso, la esbelta cintura se dejaba ver gracias a un ajustado corsé, del frente bordado con pequeñas mangas, pero el mayor atractivo estaba en la espalda donde la mitad quedaba desnuda, así como sus brazos, solo de la muñeca hacia el codo llevaba una especie de guantes igualmente bordados. Siempre le habían dicho que era una Princesa fuera de lo común y ese vestido era la prueba de ello. Un tono azul cielo hacía resaltar sus ojos, el cabello sujeto en un suave peinado adornado de una tiara y, según le había dicho, una de las doncellas haría juego perfecto con la vestimenta de su esposo y extrañamente se encontraba nerviosa por saber qué diría él cuando la viera presente.

Se encontraba conversando con uno de los ministros, sorprendiéndose de sobremanera al verla llegar— Pero Serena... —mantuvo su mirada en ella mientras se acercaba, su vestido la hacía lucir aún más hermosa de lo que era.

Lo buscó con la mirada, sonriendo a quien la saludaba. Caminó por entre la gente buscándolo.

—Príncipe Seiya, ¿nos podría deleitar con una de sus maravillosas interpretaciones?

—¿Eh? Ah, sí, por supuesto, señor ministro, será un placer —con nerviosismo, caminó hacia donde estaban los músicos tomando un violín llamando la atención de todos.

Volteó hacia el escenario de los músicos, sorprendiéndose de ver a Seiya ahí y con un violín. Ni siquiera tenía idea de que tocara algún instrumento, y sí, como dijeron sus doncellas, el atuendo que ella lucía en ese instante combinaba perfecto con el de él.

Sonrió al verla, se acomodó el violín comenzando a tocar.

Lo miró fijamente, contemplando cómo comenzaba a disfrutar tocar aquella bella melodía. Lo hacía de una forma en que sentía que la música penetraba a través de cada uno de sus poros.

Tocaba como nunca, el verla presente alegraba rotundamente su alma y con esa felicidad se entregaba por completo a la melodía.

Poco a poco se fue abriendo paso por entre la gente. No podía dejar de mirarlo, la forma en que sus manos se movían buscando las notas perfectas, la concentración con que tocaba. Jamás se imaginó que Seiya pudiera tocar de esa forma, de una forma en que su corazón se estremecía con cada nota.

Su corazón latía con cada nota, sin duda era una melodía de amor, el amor que sentía por ella.

Llegó hasta la orilla de aquel improvisado escenario. En ningún momento había dejado de verlo. Sonrió sutil al descubrir algo que no se imaginaba de Seiya, era como si al estar interpretando esa bella melodía fuera una persona completamente distinta, y eso le gustaba.

Finalizó la melodía sonriéndole solo a ella, como si nadie salvo ella existiera. Entregó el violín acercándose a ella, haciendo una reverencia, extendiendo su mano hacia ella.

Sonrió sutil tomando su mano dejando que la guiara hacia el centro del salón. Lucia completamente diferente, apuesto, caballeroso, y con un aire de seguridad que nunca había visto o quizá sí, pero esta vez era distinto, lucia, perfecto.

Los músicos comenzaron a tocar. Él la tomó con suavidad de la cintura, comenzando a valsar suave y lentamente.

Sonrió sutil, tomando la posición que como dama y Princesa le correspondía, dejándose guiar por él. Sentía cómo la tomaba con firmeza y seguridad, llevándola poco a poco por el salón al ritmo de aquel dulce vals.

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