Cuando mueres, todos dicen que iras al infierno, al cielo o te quedas atrapado en el limbo, pero no todas las almas tienes la suerte de trascender al más allá, algunas almas se quedan deambulando por la tierra, convertidas en unos solitarios y travi...
“Hay sustos que dan gusto Y otros que casi te roban El alma”
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Un mes después.
Un mes ha pasado desde que Lixie se convirtió oficialmente en mi prometido y más feliz no puedo ser, mi familia lo adora, incluso me atrevo a decir que lo quieren más que a mí, claramente no me molesta, estoy feliz de ellos también vean al angel que dios me mandó.
Son las tres de la mañana y yo no puedo dormir, el rostro relajado del amor de mi vida me provoca insomnio, el sueño se me va porque mis ojos solo quieren apreciar la belleza de esté angel que duerme en mi cama.
Su pecho sube y baja conforme a su respiración, su cabello rubio cae en su rostro y con mis dedos apartó cada mechon de cabello, sus mejillas pálidas y llenas de pecas quedan descubiertas y no puedo evitar acariciarlas con mis dedos.
—1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10... Quiero contar cada una de sus hermosas pecas, 65, 66, 67... He logrado contar 67 pecas solo en una de sus mejillas, aunque creo que me equivoqué, creo que empezaré de nuevo a contar.
Son las cinco de la mañana y aún sigo contando sus pecas, Pero soy mejor como médico que como contador, me he equivocado cientos de veces, más no me he dado por vencido, siento la necesidad de saber cuántas pecas hay en su rostro.
—1, 2, 3, 4... He vuelto a empezar, Pero me vuelvo a confundir cuando Felix se da la media vuelta y esconde su rostro en mi pecho, puedo sentir mi corazón latiendo como loco, mis mejillas arden, joder, me siento como un adolescente que duerme con su novia la primera noche de casados.
He dormido muchas veces con Lixie pero siempre se siente igual, el nerviosismo de tenerlo en la misma cama, el cosquilleo en mi estómago cuando sus pequeñas manos frotan mi espalda desnuda.
—Jinnie— Su dulce voz adormilada me saca del mundo de pensamientos al que me he ido, él levanta su rostro angelical, sus párpados apenas se abren, se levanta un poco y comienza a besarme robandome el aliento y el alma.
—Te amo— Dice y luego vuelve a caer profundamente dormido, no se cómo lo hace, Pero yo no puedo, llevo toda la noche en vela, agradezco que hoy y mañana no tenga turno en el hospital
—Seis de la mañana, mis párpados empiezan a pesar, lentamente se van cerrando y al fin, caigo en los brazos de Morfeo.
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Estamos a una semana de nuestra boda, a nuestra casa han venido más de diez modistas interesados en tener el honor de hacer el traje del que un día fue el cantante más famoso de Corea y a todos ellos, Felix los ha rechazado pues quiere que sea Samy quien confeccioné su traje de boda.
—¿En qué piensas cariño?— Felix se acercó y se sentó a horcajadas en mis piernas.
—En nuestra boda, en lo hermoso que te verás, pienso en el momento en que des el sí, y te conviertas en mío y yo en tuyo, en cuántas pecas hay en tu rostro y también en que llegaremos tarde a la cita con el doctor— Felix abrió sus ojos sorprendido por lo último.
—Maldita sea ¿Es hoy?— ha estado tan ocupado con los preparativos de la boda que se le pasó por alto la cita médica, iremos al consultorio de su papá Jisung así que no creo que se enoje si llegamos unos minutos tarde.
—Claro, cariño, incluso lo tengo anotado en todos los calendarios existentes en esta casa para no olvidarlo.
—Mierda, yo si lo olvidé, ¿Cuánto tiempo tengo para arreglarme?— se levantó de un salto de mi regazo, yo me queje por supuesto, se puede lastimar.
—Veinte minutos cariño—
—Joder, no es suficiente— se quejó y salió corriendo, dios, esté chico parece un niño.
—Bebé, recuerda que estás embarazado, debes tener más cuidado— Grité.
—Lo sé, pero debiste haberme recordado antes sobre la cita— Gritó su respuesta.
Media hora después estaba conduciendo al consultorio del doctor Jisung, Felix movía sus piernas con nerviosismo, aproveché para colocar mi mano sobre su pierna y darle un apretón.
—Tranquilo cariño, todo estará bien, no es la primera vez que venimos, nuestros frijolitos esta bien— Felix me sonrió más tranquilo, aún recuerdo la primera vez que venimos y el doctor Jisung nos dió el susto de nuestras vidas.
Flashback
—Acuéstate en la camilla— pidió el doctor, ayudé a Lix a acostarse, lo tome la mano y espere a que el doctor comenzará con el ultrasonido. Levantó la camisa y colocó ese gel viscoso en su estómago, Felix se quejo por lo frío que esté era.
El doctor Jisung comenzó a pasar un aparatito en el estómago de mi bebé grande y sus gestos no me gustaban para nada, eran los mismos que yo hacia cuando algo andaba mal.
—¿El bebé está bien, doctor?— pregunté tragando saliva con dificultad.
—Todo bien Pero no es uno— respondió, Lix y yo nos volteamos a ver confundidos.
—Son cinco— Dijo y entonces sentí el momento exacto en que Lix dejo de apretar mi mano, se había desmayado y luego lo hice yo, siento que aún me duele la cabeza por el golpe que me dí.
Cuando despertamos el Sr. Minho estaba ahí y tanto él, como el dr. Jisung estaban muertos en risa.
—¿Que es tan gracioso?— escuché a Felix preguntar —Hay cinco frijolitos creciendo dentro de mí, no le veo lo gracioso— casi me vuelvo a desmayar al escuchar la cantidad, tengo buena puntería —Pensé pero no sonó gracioso.
—Perdon por asustarlos— el doctor habló aún riendo —No van a tener toda una generación en un solo parto, solo son gemelos— El alma se me devolvió al cuerpo, gemelosestá bien, podemos con dos, ambos respiramos más tranquilos.