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He avanzado un poco con el manga y sinceramente yo no sé qué voy a hacer para escribir eso...

Que barbaridad

Así que pido paciencia.

-Me hacía sentir segura, como si nada pudiera dañarme mientras estuviera contigo-

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-Me hacía sentir segura, como si nada pudiera dañarme mientras estuviera contigo-

Itadori estaba entrenando con Junpei. El cielo estaba cubierto de nubes grises, reflejando el estado de ánimo sombrío que ambos sentían. El suelo de madera del dojo crujía suavemente bajo sus pies descalzos mientras intercambiaban golpes, movimientos fluidos pero contenidos, con la intención de enseñarle a Junpei las artes marciales que ella había aprendido.

Itadori vestía su uniforme habitual, una sudadera negra con capucha y pantalones deportivos, ajustados para darle libertad de movimiento. Sus ojos, normalmente llenos de una chispa de energía y determinación, estaban apagados, ensombrecidos por el dolor que llevaba dentro. Cada vez que sus ojos se encontraban con los de Junpei, su expresión se suavizaba un poco.

Junpei, notando la tensión en los hombros de Itadori y la falta de su usual entusiasmo, decidió detenerse por un momento. Se inclinó hacia adelante, con las manos en las rodillas, respirando pesadamente. Itadori también se detuvo, dejando caer sus brazos a los costados, sus puños aún apretados.

-Yuuji...¿Quieres hablar de ello?

Itadori sintió un nudo en la garganta al escuchar el nombre de Megumi. Intentó forzar una sonrisa, pero le salió torcida, más una mueca que una verdadera expresión de alegría.

-Estoy...estoy bien, Junpei. Solo...es difícil, eso es todo.

Pero Junpei no se dejó engañar. Sabía que Itadori estaba sufriendo, era evidente y no quería que se guardara todo para sí misma. Sabía lo que significaba perder a alguien, y no quería que Itadori enfrentara ese dolor sola.

-Yuuji, sé que estás tratando de ser fuerte para los demás, pero también tienes que ser honesta contigo misma.

Itadori apretó los puños con fuerza, sus uñas clavándose en las palmas de sus manos mientras trataba de contener las lágrimas que amenazaban con brotar. El dolor en su pecho se intensificó al escuchar el nombre de Sukuna, el ser que había arrebatado el cuerpo de Megumi, convirtiéndolo en una marioneta bajo su control.

-Junpei, no puedo... no puedo soportar lo que ha pasado. Megumi...Por mi culpa, Sukuna lo ha convertido en algo que no reconozco. Cada vez que pienso en...en que podría haberse evitado....

-No es tu culpa, Yuji. Lo sabes, ¿verdad? Lo que ha pasado es culpa de Sukuna, no tuya. Y sé que no es fácil, pero tienes que seguir adelante, por Megumi, pero sobre todo por ti misma...

Itadori sintió que las lágrimas finalmente escapaban de sus ojos, corriendo por sus mejillas. Su voz tembló mientras hablaba, dejando salir el dolor que había estado reprimiendo.

La novia de Megumi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora