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Para el quinto día de búsqueda Juno había perdido la esperanza de ser de utilidad para el dueño de el híbrido Lan,  se había disculpado en varias ocasiones con su amigo Quirent por teléfono,  pero el Wei no se veía decaído de ninguna manera al contrario se veía más enérgico al revisar con lupa todos los espacios, los  registros, interrogando a los investigadores y empleados de confianza de las organizaciones.

Incluso había detectado que algunos laboratorios no tenían algunos certificados en regla, otros no tenían algunas de las medidas de seguridad para tener los espacios higiénicas para todo el personal, pero del conejito nada, el agente le dijo a Ying que debían hacer una pausa, el estómago le gruñia como si dentro de este hubiera una fiera herida, el otro no quería perder tiempo pero tampoco quería matar a su pase para poder seguir su búsqueda de hambre.

Juno llevo a Ying a un fino restaurante vegetariano, el hombre arrugó el ceño al ver comida para conejo en la carta pero no dijo nada, pidió lo primero que vio, el Wei no era fanático de la comida vegana pero tampoco era exigente y menos ahora que lo único que le importaba era encontrar a su esposo estaba a unas semanas de concluir su estaba de espera para que sus bebés nacieran no quería perderse este acontecimiento.

Los Graham también llegaron a ese restaurante casualmente,  el pequeño cargaba la casa de viaje de su gordo conejo híbrido, el niño pensaba que si llevaba al animalito a otro ambiente este se animaría a comer de manera correcta pues todos estos días apenas y había mordisqueado algunas hojas de lechuga, unos trozos de pepino y unos sorbitos de agua, así que le pidió a sus padres que lo llevaran ahí para que el olor a comida deliciosa le abriera el apetito pero lo único que logro ese paseo fue darle mareos al pobre bebé conejo.

Noqueado dentro de la jaula, respiraba de manera tranquila al llegar por fin a la mesa, una ves que sus náuseas se calmaron pudo oler de entre tantos olores que se dispersaron por las mesas a sus delicadas y sensibles fosas nasales un aroma en particular, siii ahí esraba su esposo, el  padre de sus hijos por fin había llegado por el, en cuanto el joven Adams abrió la reja de la casita el conejo salió corriendo como un bolido, gordo, con algunos calvos en su pelaje por haber arrancado su propia paleusa para preparar el nido para sus casi nacidos hijos.

Juno y Ying comenzaron a oír la exaltación que cierto conejo barrigón hacia por todo el espacio escapando no solo de sus captores sino también de meseros, asistentes y algunos comensales que al oír que el niño Graham lloraba por su conejito perdido, decidieron ayudar a capturarlo, pero Wangji ya estaba arto de estar de manos en manos, sin encontrar las de su marido, a donde diablos había ido ese mal hombre como para no poder encontrarlo.

Ying corrió hacia la segunda planta desesperado, cuando ollo el grito de auxilió de su bebé conejo, Wangji estaba furioso con el, siii ese era su gruñido de que ven por ni o cuando te pesque te cortaree las bolas a mordiscones, al llegar a la planta alta el Wei llamó a su conejito, este al oír la voz de su hombre, mordió a la persona que lo sujetaba de una de sus orejas y en carrera limpia se arrojo a los brazos de ese hombre.

El conejo furioso mordió sus brazos, hombros pecho y el lunár que decoraban la parte inferior de sus labios, esos labios que solo debían ser para darle besitos  a el en su esponjada pancita, donde sus bebes no nacidos también se removian inquietos por extrañar los mimos de su papito.

Mi lindo esposo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora