Capítulo 22: La Culpa Es La Consecuencia

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Layla:

Salgo de la casa sintiéndome como una completa estúpida, las ganas de volverme y darle un buen gancho derecho me invaden tanto o de igual forma como las ganas de llorar, el coraje que tengo y la fría noche invade mi piel, ya que sólo traigo puesto la camisa de Eros que en realidad no abriga mucho que digamos, apenas me cubre un poco más arriba de los muslos.

Me apresuró a llegar al auto ya que en realidad el frío me consume, y es hay donde noto que en realidad no traigo mi bolso, ni siquiera mis tenis, ni mis bragas ni nada, pero lo que más me preocupa es que no traigo mi bolso en donde normalmente guardo mi móvil, el poco dinero que cargo, y lo más importante las llaves del auto...

Carajo.

Piensa Layla, no puedes volver a su casa pero tan poco te puedes morir por una hipotermia.

Si regresas a su casa te quedarías sin la poca dignidad que te queda.

No puedes ir tocar la puerta y decir "Hola vengo por mi bolso y de pasó a que sigas pisoteando la poca dignidad que me queda".

Primero muero a causa de una hipotermia antes que eso.

Tan poco puedo ir por la carretera y pedir que me lleven, ya que nadie le pondría atención a una mujer que tan sólo tenga una camisa, además sería algo demasiado peligroso, aunque haya estudiado defensa personal avanzada no deja de ser peligroso.

Miro a mi alrededor, buscando algún tipo de solución o respuesta a mi problema, pero lo único que encuentro son árboles, piedras, alguno que otro animal pequeño y más piedras.

Hago un segundo intento obteniendo el mismo resultado que la primera vez, árboles, piedras y más piedras.

Carajo Layla piensa...

Árboles, piedras y más piedras es lo único que hay.

Eso es; piedras...

Claro, porque no lo pensé antes.

Tomó la piedra más grande que encuentro y me acerco al auto rojo que tengo enfrente.

Acercó la piedra al vidrio y me mentalizo que solo será un pequeño rasguño.

---Solo será un rasguño, mi bebé, esto me dolerá más a mi qué a ti pequeño - - - Le hablo a mi Lamborghini Aventador SVJ.

Un pequeño rasguño, solo eso.

Al primer intento fallo ya que en realidad no quiero dañarlo.

Hace tan solo un mes lo compre, maldita seas Eros Harper ojalá te pudras en el puto infierno.

De que carajos hablo es obvio que él es el puto lucifer en persona.

La frustración, el enojo y mi cargo de conciencia no me dejan en paz.

Que carajos estaba pensando...

Intento una y otra vez romper el vidrio pero es que en serio no quiero dañarlo, carajos voy a matarte Eros..

Me mentalizo que solo será un pequeño rasguño, un pequeño rasguño el cual me costará entre 100 y 300 euros...

Carajo...

Maldito seas Eros.

Pienso en otra manera de poder abrir el auto, pero sé a la perfección que no la hay.

Cierro los ojos y me imagino que la ventanilla del auto es la cara del imbécil que debe estar demasiado feliz en su casa, lo más probable esque este debajo de sus cobijas calentito mientras yo estoy aquí con una puta camisa que no me cubre en lo más mínimo del maldito frío que está haciendo en este momento.

Nuestro Peligroso secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora