- Ya no quiero estar solo Artie, es mejor acostumbrarse a la soledad ya que parece ser mi camino - dijo estando recostado en las piernas de su gemela
- ¿Le has preguntado al oráculo si ese es tu destino? Tal vez este pueda ayudarte
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Habían pasado unas cuantas semanas desde que llegué al campamento, decidí que me gustaba bastante de hecho pues me acostumbré a la neblina matutina sobre la playa, al aroma de los campos de fresas por la tarde, e incluso a los sonidos raros de los monstruos de los bosques por la noche. Durante la cena con los de la cabaña 11, solía arrojar parte de mi comida al fuego, intentando sentir algún tipo de conexión con mi padre. Sin embargo, no percibí nada más que el sentimiento cálido que siempre había tenido, como el recuerdo de su sonrisa.
De verdad lo echaba de menos y quería saber quién era, tenía algunas sospechas pues recordaba el aroma de su padre, un aroma salado, fresco y marino, similar al olor del océano.
Aunque se suponía que no podía ser su padre ya que eso rompería el juramento con sus otros hermanos.
Junto con Félix descubrí que soy muy buena en la espada, casi como si fuese una extensión de mi cuerpo, aunque no encontraba una que me funcionara por completo, Quirón incluso me presto una pluma que se convertía en espada (Fascinante la verdad), pero incluso ella no estaba bien equilibrada para mí, fue mejor que las anteriores, pero no por completo.
Mi estado de ánimo variaba entre la euforia pues hoy era el día de un juego llamado captura la bandera, según los chicos de la cabaña este juego nos ayudaría a practicar las cosas aprendidas en un campo de batalla, o una simulación de estos, y así estar más preparados por si algún día tienes que utilizarlos. Sin embargo, también me encontraba triste, el cumpleaños de mi mamá era hoy igualmente y yo no podría pasarlo con ella y mi hermano.
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Estábamos todos alrededor de Quirón, separados en dos equipos, azul y rojo, cada uno con sus banderas y lideres, los nuestros eran Félix y Alfred, un hijo de Atenea. Según lo que me dijeron Hermes estaba aliado con Apolo, Hefesto, Deméter y Atenea, lo que dejaba al otro equipo con Dionisio, Afrodita y Ares.
La líder del equipo rojo parecía ser Miranda ya que ladraba órdenes a sus compañeros a lo que estos simplemente asentían con la cabeza.
Por lo que parecía, dos hijos de Dioniso destacaban como atletas. Los hijos de Deméter mostraban un gran talento con la naturaleza y las actividades al aire libre, aunque carecían de agresividad. Los descendientes de Afrodita, por otro lado, no causaban ninguna preocupación; preferían evitar la acción, pasando su tiempo mirando sus reflejos en el lago, arreglándose el cabello y chismorreando.
