🌺Les dieux gaspillent la nourriture🌺

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—¿Y mi padre? —preguntó Cordelia con curiosidad

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—¿Y mi padre? —preguntó Cordelia con curiosidad.

—Por determinar —respondió Grover, hablando con el tono sabio y cauteloso de un sátiro—, como te he dicho antes. Nadie lo sabe.

—Excepto mi madre. Ella lo sabe.

—Puede que no, Cordelia. Los dioses no siempre revelan sus identidades —dijo Grover.

—Mi padre lo habría hecho. La quería —afirmó Cordelia con convicción.

Grover respondió con delicadeza:

—Puede que tengas razón. Puede que envíe una señal. Es la única manera de saberlo seguro: tu padre tiene que enviarte una señal reclamándote como hija. A veces ocurre.

—¿Quieres decir que a veces no? —preguntó Cordelia con curiosidad.

Grover recorrió la barandilla con la mano.

—Los dioses están ocupados. Tienen un montón de hijos y no siempre... Bueno, a veces no recuerdan revisar, Cordelia. Los ignoran - dijo con pesades.

Cordelia pensó en algunos chicos que había visto en la cabaña de Hermes, adolescentes que parecían enfurruñados y deprimidos, como a la espera de una llamada que jamás llegaría. 

—Así que estoy atrapada aquí, ¿verdad? —dijo Cordelia—. ¿Para el resto de mi vida?

—Depende. Algunos campistas se quedan sólo durante el verano. Si eres hija de Afrodita o Deméter, probablemente no seas una fuerza realmente poderosa. Los monstruos podrían ignorarte, y en ese caso te las arreglarías con unos meses de entrenamiento estival y vivirías en el mundo mortal el resto del año —explicó Grover—. Pero para algunos es demasiado peligroso marcharse. Son anuales. En el mundo mortal atraen monstruos; los presienten, se acercan para desafiarlos. En la mayoría de los casos los ignoran hasta que son lo bastante mayores para crear problemas, ya sabes, a partir de los diez u once años. Pero después de esa edad, la mayoría de los semidioses vienen aquí si no quieren acabar muertos. Algunos consiguen sobrevivir en el mundo exterior y se convierten en famosos. Créeme, si te dijera sus nombres los reconocerías. Algunos ni siquiera saben que son semidioses. Pero, en fin, son muy pocos.

—¿Así que los monstruos no pueden entrar aquí? —preguntó Cordelia con ojos brillantes.

Grover meneó la cabeza.

—No a menos que se los utilice intencionadamente para surtir los bosques o sean invocados por alguien de dentro.

—¿Por qué querría nadie invocar a un monstruo? —preguntó Cordelia, aún más intrigada.

—Para combates de entrenamiento. Para hacer chistes prácticos —explicó Grover.

—¿Chistes prácticos?

—Lo importante es que los límites están sellados para mantener fuera a los mortales y los monstruos. Desde fuera, los mortales miran el valle y no ven nada raro, sólo una granja de fresas —concluyó Grover.

Reina del OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora