🌺Percy au camp🌺

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Percy miraba a su alrededor asombrado, lo que me causaba bastante gracia

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Percy miraba a su alrededor asombrado, lo que me causaba bastante gracia. Aunque yo le había explicado todo Dionisio intento engañarlo para que le llevara vino, por lo que lo castigue sin sus galletas especiales.

Ahora, como tienen tanto alcohol se las he dado a Quirón para que pueda comerlas, el sr. D hizo un berrinche y mi mentor se rio de él mientras comía las galletas en su cara, como el adulto maduro que es.

- Por favor, te lo ruego Cordelia - el Sr. D me perseguía 

- Eh dicho que no - dije firme - Intento engañar a mi pececito y él como digno adolescente olvido lo que le dije

Cuando el dios intento ordenarme que le diera sus galletas sentí una furia recorrerme todo el cuerpo, unas ganas incontrolables de demostrarle por que no debería meterse conmigo.

- ¡¿Que no escuchaste mi orden semidiosa?! Ese niño es un estúpido por creer en mis palabras y lo sabes

Ma reine, inhala paz, exhala amor... inhala paz, exhala amor

Por primera vez desde que conocía a Sunshine, su voz no me relajo.

El viento aullaba y las nubes se arremolinaban sobre el campamento mientras mi ira se intensificaba. Podía sentir el poder en mis venas, como una tormenta a punto de desatarse. Las aguas del lago se agitaban, sus olas golpeando con fuerza contra la orilla, reflejando mi agitación interna. Cada gota de mi furia parecía convocar más oscuridad en el cielo, cubriendo al sol hasta que solo quedó una tenue luz filtrándose a través de las densas nubes.

Dionisio me observaba desde la distancia, su enojo anterior reemplazado por una cautela visible. Su expresión era una mezcla de exasperación y temor, y eso solo servía para alimentar mi furia. Sentía un impulso incontrolable de atacarlo, de hacerle pagar por cada insulto y cada mirada despectiva. Los rayos de sol que habían comenzado a brillar intensamente, como si el sol mismo estuviera tratando de competir con mi furia, se sintieron aún más abrasadores.

Mi respiración se volvió irregular y comencé a avanzar hacia él, con la determinación firme de darle una lección. Sin embargo, justo cuando levanté mi mano, lista para desatar mi poder, una voz familiar rompió la tensión.

— ¡Nerea! —Percy apareció corriendo, con una sonrisa despreocupada, completamente ajeno a la tormenta literal y emocional que estaba a punto de desatarse—. ¡Nerea, no vas a adivinar todo lo que aprendí hoy!

Mi hermano menor, con su entusiasmo y su inocencia, tenía el don de detenerme en seco. Su simple presencia era suficiente para calmar las aguas turbulentas de mi ira. Los cielos comenzaron a despejarse lentamente, y las olas del lago se suavizaron hasta ser solo pequeñas ondas que acariciaban la orilla. El calor sofocante que el sol había emitido también disminuyó, dejando una brisa refrescante a su paso.

Dionisio soltó un suspiro de alivio, su rostro relajándose al ver que la tormenta había pasado. Me lanzó una mirada de advertencia, pero también de reconocimiento del peligro que había sentido por un momento. Sabía que había tenido miedo, aunque jamás lo admitiría.

Reina del OcéanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora