JUANJO
Ni si quiera sabía quien era aquel chico, pero al ver la cara de Martin cuando me buscaba con sus ojos desesperadamente supe que algo no iba bien.
Me importó bien poco estar delante de todo el mundo, ahora solo podía ver que Martin no estaba bien. Cuando vi a ese chico levantarle la mano la sangre empezó a hervir corriendo por mis venas, no importaba nada en el momento que mi mano fue directa a su cara, lo único que quería era que ese tío estuviese a kilómetros de él.
Todo pasó a una velocidad arrolladora cuando sentí el empujón que me dio, consiguiendo así que la rabia que intentaba contener por Martin saliese de golpe. Nunca me había peleado, nunca había estado en una situación así, pero proteger a Martin ahora era mi prioridad y no iba a permitir que nadie le pusiera una mano encima.
Cuando todo acabó gracias a las voces de Martin y pude acercarme a él sentí como mi corazón se rompía al ver el miedo en sus ojos, miedo de mí, de que yo pudiese hacerle algo. Lo único que pude hacer en ese momento fue abrazarlo intentando hacerle saber que no tenía que tener miedo, no de mí, quería dejarle claro que conmigo todo estaría bien.
Y como siempre, entre nosotros no hicieron falta las palabras para hacérselo saber, un gesto de amor bastaba para demostrar que todo estaba bien, que éramos nosotros contra el mundo y las adversidades que la vida nos ponía por delante.
Cuando me pidió volver a casa no dudé un segundo más en tirar de su mano y llevarlo al coche lo antes posible, yo también quería salir corriendo allí. La adrenalina y la rabia aun corrían por mis venas pero a un ritmo más acompasado, ver que Martin estaba bien, en cierto modo, me tranquilizaba.
Y después de lo que acababa de pasar me juré recogerle cada día en la misma puerta de la universidad.
– Tienes sangre... – Habló Martin cuando estábamos ya dentro del coche –
Bajé el parasol que había encima de mi y pude ver que tenía heridas en la ceja y labio, sinceramente ni si quiera dolían.
– ¿No te duelen?...
– No... me duele más que no hayas tenido la confianza suficiente conmigo para contarme quien es ese chico – arranqué el coche y puse rumbo a mi casa –
Le miré cuando nos paramos en un semáforo con una mezcla de preocupación e incertidumbre, necesitaba explicaciones, necesitaba saber de una vez por todas quien era. Sabía que eso era lo que no me había contado nunca, lo que un día Paul y su familia me dijeron, que lo había pasado muy mal y yo ahora necesitaba saberlo.
– No es algo agradable de contar...
– Llevo sabiendo que algo había pasado en tu vida prácticamente desde que te conocí Martin, tu familia quiso contármelo pero les dije que eso era algo que te correspondía hacer a ti, creo que me merezco saber quién es ese tío
Y no dijo nada más, tampoco iba a presionarle, por mucho que me doliese que no me contara nada no podía obligarle a que lo hiciera.
Al llegar a casa Martin tiró de mi hasta el sofá sentándome en el y fue a por algo para curar mis heridas, no tardó mucho en volver y sentarse a mi lado y empezar a hacerlo.
– No sé por dónde empezar... - me miró a los ojos buscando un apoyo, una salida
– Martin – cogí sus manos entrelazándolas con las mías – Si no quieres hacerlo o no te sientes preparado no lo hagas... pero quiero que sepas que sea lo que sea voy a estar contigo y no me voy a ir
MARTIN
En la vastedad del mundo, donde el camino puede parecer incierto y los desafíos imponentes, encontrar a alguien que te apoya incondicionalmente es como descubrir un faro en medio de la tormenta, una luz constante que ilumina el sendero oscuro de la vida.
Juanjo era como un ancla en medio de la tempestad, aferrada firmemente a mi lado sin importar cuán violentas sean las olas. Su apoyo es como una suave brisa que acaricia mi alma cuando me siento perdido, su mano extendida me sostiene cuando mis fuerzas flaquean.
En su presencia, me siento seguro, protegido y comprendido. No hay juicios ni expectativas, solo aceptación genuina y amor incondicional. Juanjo es capaz de ver más allá de mis defectos y errores, valorando mi esencia y mis sueños más profundos.
Su apoyo no conoce límites ni condiciones; es un flujo constante de aliento en cada paso del camino. En los momentos de dificultad, está ahí para levantarme, infundiendo en mi la fuerza para seguir adelante.
Su presencia enriquece mi vida de maneras inimaginables. Me inspiran a ser la mejor versión de mí mismo, me desafían a crecer y me sostienen en los momentos de vulnerabilidad. Con él, el peso del mundo parece más ligero, y los desafíos se vuelven más manejables.
En su compañía, encontré un refugio seguro donde puedo ser completamente auténtico, sin miedo a ser juzgado o rechazado. Sabía que, pase lo que pase, estaría a mi lado, caminando conmigo en la travesía de la vida.
Tener a alguien que te apoya incondicionalmente es experimentar la bendición de tener un compañero de alma, un confidente, un amigo verdadero que ilumina tu camino con su amor y presencia constante. Es sentirte amado, valorado y protegido en un mundo que a menudo puede parecer frío y desalentador.
Y es por eso por lo que tuve el valor de contarle palabra a palabra, momento a momento de lo que había pasado en mi vida, desde que todo empezó, hasta que puse un pie en Madrid.
Sus ojos me miraban con una dulzura y preocupación que solo conseguía que le abriese mi corazón de par en par para que entrase en él. Estaba dispuesto a arriesgarlo todo si eso significaba que estaría con él. Me estaba demostrando todo lo que necesitaba saber para poder confiar plenamente en él, para poder al fin tener claro que lo quería todo con él, que no habría otra persona con la que quisiera estar que no fuese él.
– Eres muy fuerte Martin... - habló cuando terminé de contarle todo – Ojalá nada de esto te hubiese pasado enserio
– Bueno, a lo mejor no te hubiese conocido si nada de eso fuese pasado – sonreí un poco –
– Puede, pero siempre he pensado que tu y yo estábamos destinados a encontrarnos
– ¿Por qué?
Y lo que Juanjo me dijo después de aquella pregunta me llegó al corazón de una manera que nunca pensé que algo llegaría.
El destino teje hilos invisibles que conectan las almas afines, guiándolas hacia un encuentro que trasciende el azar y desafía la lógica. Dos personas destinadas a cruzar caminos se encuentran en un baile cósmico de sincronicidades, donde cada giro y cada paso están predestinados desde tiempos inmemoriales.
El destino, con su misteriosa sabiduría, sabe reconocer la resonancia de dos corazones que laten al unísono en medio del caos del universo. A través de señales sutiles y coincidencias aparentemente fortuitas, va tejiendo un sendero que eventualmente los conducirá el uno hacia el otro.
A veces, el destino actúa de manera sutil, como el murmullo del viento que susurra al oído, guiando a las almas gemelas hacia su encuentro. En otros momentos, su intervención es más evidente, manifestándose en giros inesperados del destino que los llevan a cruzar sus caminos de manera inevitable.
El destino no se rige por las leyes del tiempo ni del espacio; es atemporal y se despliega en el momento justo, en el lugar adecuado. Puede parecer un capricho del universo, pero detrás de cada encuentro hay una razón, una conexión profunda que trasciende la comprensión humana.
Cuando dos personas están destinadas a encontrarse, el universo conspira a su favor, allanando el camino y eliminando obstáculos aparentemente insuperables. A través de experiencias compartidas, lecciones aprendidas y desafíos superados, van forjando un vínculo indestructible que perdura a través del tiempo.
– ¿Y tu por qué hablas tan bien? – Reí –
– Supongo que cuando hablas desde el corazón las palabras salen solas...
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Cuerpos Heridos - Juantin
Teen FictionMartin Urrutia un chico de 18 años con ganas de comerse el mundo y volver ser aquel Martin que era hace dos años, antes del desastre de relación que tuvo. Era un chico tímido y precavido, siempre le ha costado socializar con gente nueva que no conoc...