Capítulo 7

29 4 6
                                    

Sana sabía que el entrenamiento iba a ser duro, pero no pensaba que tanto. No sabía cuantas heridas tenía ya por todo el cuerpo y todas provocadas por una sola persona, su madre. Ahora entendía porque Seulgi se oponía a su entrenamiento de pequeña, ojala estuviese aquí su hermana mayor para defenderla como siempre había hecho. La joven había intentado contactar con su hermana o con Jihyo, pero era imposible. Su madre tenía toda la casa llena de guardias, vamos que se colaba un ratón y lo descubrían al segundo. Sin embargo, no era tonta y sabía que Momo estaba burlando la seguridad de su madre. Le había observado y en todas las comidas se perdía con una bandeja. Sana sabía que algo ocultaba la joven sirvienta e iba a descubrirlo.

-Sana – le llamo la atención su madre en la mesa – mañana tengo que hacer una visita muy especial en el bosque – la joven se tensó - ¿Quieres venir?

-No – contestó rápidamente llamándola atención de los presentes – necesito seguir entrenando para el gran día, no puedo perder ni un día de entrenamiento. Mañana sería un estorbo más que una ayuda – intentó sonar lo más convincente posible, su idea no era entrenar era averiguar el secreto de Momo. Tendría que pensar un buen plan, si fallaba estaba muerta y Seulgi igual.

-Me alegra escuchar esas palabras –dijo su madre con orgullo – serás mejor guerrera que la traidora de Seulgi – eso cabreo a Sana, pero si algo había aprendido en estas dos semanas era autocontrol. No tenía posibilidad de ganar a su madre y tenía que averiguar, porqué odiaba a su hija mayor.

Después de terminar su plato, se retiró a su cuarto a pensar. Seguiría a Momo después del desayuno, porqué preguntarle a la sirvienta no serviría de nada. Ya había recordado de que la conocía, la había visto un par de veces en la mansión Bae, así que claramente sus desaparecimientos tenían que estar ligados a los Bae. Sana sabía que era jugársela, pero ahora mismo preferiría estar bajo el mismo techo de alguna de ellas que con su madre.

La noche pasó demasiado lenta para la pequeña de las hermanas. Observó por la ventana como su madre salía con bastante gente, no sabía a donde iban pero solo esperaba que ningún inocente muriera.

Sana terminó de desayunar lo más rápido que pudo. Era una persona muy impulsiva, pero había algo dentro de ella que le decía que tenía que ir, que era la única manera de salir con vida de allí. Sabía que Momo esperaba unos diez minutos para perderse, por lo que no dudo en seguirla a una distancia prudente. La pelirroja no sabía que su sirvienta llevaba una sonrisa en la cara de oreja a oreja, todos pensaban que era tonta pero se había dado cuenta de que la seguían, y claramente solo podía ser una sola persona. Momo hizo su camino como siempre, bajo a las mazmorras, entró en una de ellas dejando la bandeja del desayuno y salió. Sana tuvo que esconderse rápidamente para que no la viera, aunque todo era parte del plan de la sirvienta.

Dentro de la mazmorra, Mina desayunaba tranquilamente. Había mejorado muchísimo y se sentía mucho más fuerte. Había descubierto que Momo quería venganza y que no dudaría en ayudarle. La joven Bae pensaba en las palabras de la sirvienta –los collares sirven al corazón, no a la cabeza – no entendía bien lo que le había quería decir, pero le llamó la atención de que había hecho el amago de cerrar la puerta.

Mientras de terminaba de beberse un pequeño café, la puerta de abrió mostrando una persona que no pensaba volver a ver en su vida.

-Tú, hija de mil naciones – Mina no dudo en abalanzarse ante Sana estrellándola contra la pared – Te voy a matar con mi propias manos – Sana luchaba por quitarse a Mina de encima, las semanas de entrenamiento de su madre no servían de nada.

-Si me matas, Irene morirá conmigo –Consiguió decir entre los golpes, Mina no dudo en apartarse un poco pero controlaba cualquier movimiento de Sana – Mi madre quiere matarla, bueno, más bien, va a matarla.

-¿ Qué ? - Mina dio un paso hacía atrás – eso es imposible, está muerta. Seulgi la mató -Sana miró a la Bae ante la confesión, ¿su hermana había matado a su madre? La joven no dudo en sentarse en el suelo, eran demasiadas emociones para una mañana. Mina se dio cuenta de que la joven ardilla no sabía la verdad. La pingüina se agachó a su altura y la miró con odio -Ahora bien, ¿Cómo es eso que quieren matar a mi hermana? -preguntó mientras cogía del cuello a Sana.

-Mi madre me entrena para mataros a vosotras y a mi hermana – dijo con un hilo de voz, pues el agarre de Mina era fuerte y le costaba respirar.

-Bueno, entiendo el odio a Seulgi. Ella eligió a mi hermana por encima de ellos – Sana miraba a la joven Bae intentando aguantarse las lágrimas - ¿Qué pasa Sana, necesitas respirar? - Mina sacó una sonrisa que hizo temblar a la joven, pero ella no era la misma. No iba a achantarse.

-No, necesito respuestas – Contestó Sana – por mi culpa se os ha culpado de un muerto que no hicisteis, por mi culpa huisteis, por mi culpa te perdí Minari.

-No me llames así – dijo Mina fríamente aumentando la fuerza y acercándose a Sana – no quisiste escucharme ni dejar darte las explicaciones en su día. No te mató ahora mismo porque te necesito con vida para salvar a mi hermana, pero tu castigo será vivir con esa culpa el resto de tu vida –Mina se aflojó un poco el agarre pero no se apartó quería intimidar a su ex-pareja. Lo que no se esperaba era el arrebato de Sana y no supo como, pero ahora era ella la que estaba arrinconada contra la pared y el cuerpo de la joven pelirroja. Sana tenía el antebrazo en la garganta de Mina haciendo presión – ¿ Crees que puedes vencerme maldita? Soy una Bae, entrenada por Irene Bae, te haría picadillo en un abrir y cerrar de ojos.

-Si – contestó – pero no lo harás– tal era el cabreo de Mina ante la soberbia de la joven, que no dudo en sacársela de encima de un movimiento. Sana salió disparada chocando contra la puerta produciéndole un gran dolor en las costillas. La joven se llevo las manos a la zona y escupió un poco de sangre. Mina se arrepintió en mismo instante que vio como Sana chocaba contra la puerta, y no dudo en ir hacía ella.

-¿Estas bien ? - le preguntó mientras llevaba una mano a las costillas de la joven y otra a su hombro. En cuanto la mano de Mina se puso sobre la de Sana, su collar brilló llamando la atención de las dos jóvenes – ahora lo entiendo –dijo Mina mirando su collar. La joven rápidamente miró al cuello de su acompañante, confirmándole su teoría. Sana tenía de nuevo el collar de pingüino.

-Creo que me has roto varias costillas– contestó la joven- y me alegra que lo entiendas – volvió a escupir sangre.

-Eso no, estúpida – Sana le miró con cara de pocos amigos – tu collar, lo vuelves a tener y funcionan. Podemos localizar a mis hermanas.

-Avísale, rápido, creo que mis madre va para el bosque – Sana no tenía fuerzas, el dolor de su abdomen era demasiado fuerte para soportarlo y cayó desmayada.

-Sana, Sana – Mina intentó despertarla – joder, piensa Mina, piensa.

Lo que Mina no sabía es que su collar estaba enviando todas las señales de peligro, por lo que sin darse cuenta estaba salvándole la vida a sus hermanas. Irene no perdía de vista el collar de Sana, en su interior rezaba que estuvieran juntas y en algún momento se encontraran. Ella sabía que en cuanto se viesen, Sana recuperaría su collar y podría saber como se encontraba su hermana. La mayor de las Bae no era tonta y sabía que sus hermanas seguían enamoradas tal y como ella lo estaba, lo único que controlaba muy bien sus emociones. La joven al recibir todas las señales de Mina, se puso en alerta y rápidamente sacó a sus hermanas de la casa.

-No entiendo Unnie – protestaba Yeri mientras seguía a sus hermanas por el bosque - ¿a donde narices vamos a ir? ¿Por qué tenemos que abandonar el bosque? -Nayeon no decía nada, su hermana actuaba igual que aquella noche – ni desayunar me ha dado tiempo. Espero que esto sea porque ya sabes donde está Mina.

-No Yeri – contestó Irene parándose en seco – pero es hora de volver a casa y allí obtendremos respuestas de donde está Mina – la joven sonrió mostrando sus colmillos. Sus hermanas no dudaron en hacer lo mismo antes de salir del bosque.

Game OverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora