Capítulo 10

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Habían pasado tres días desde la huida de Sana y Mina de la casa de los Kang. La joven Bae había conseguido escabullirse por la casa sin ser vista, y obtener provisiones. Además, tenía información de gran utilidad. Los exploradores habían visto estándares reales, eso solo significaba una cosa y es que Irene estaba al mando. Mina no pudo sonreír en lo alto de la cueva mirando el cielo, pronto podría volver a casa.

-Gracias – la sonrisa de la pingüina se agrandó – gracias por salvarme la vida, otra vez.

-De nada – contestó lo más fría que pudo – solo hice lo que me enseñaron.

-¿Que pasó aquella noche? - Sana se sentó a su lado, mostrando una pequeña mueca de dolor – Mina, necesito la verdad.

-Era una trampa, las copas de vino llevaban un poco de plata en polvo – Mina cerró los ojos antes de recordar – Irene estaba embarazada, por lo que no bebió ni una gota pero mis padres y Seulgi si – Sana sintió como se rompía algo dentro de ella – cuando anunciaron el matrimonio y el embarazo, tu madre enloqueció y atacó a mi hermana. Seulgi estaba bajos los efectos de la plata, pero logró salvarla, aunque acabó herida perdiendo el bebé – Mina intentaba no romperse – tus padres mataron a los míos sin dudarlo, e iban a por Irene, pero Seulgi le arrancó la cabeza a tu padre y atravesó con un cuchillo a tu madre – la joven Bae miró a Sana – por eso viste a Irene sangrando, era su sangre del aborto, no la de tus padres.

-¿Por qué Irene cargó con la culpa ?- Sana tenía muchas preguntas, pero se sentía muy mal pues ella no permitió a Mina explicarse días después, cuando fue a buscarla.

-Eso es algo que Seulgi y mi hermana deben contestarte – Mina volvió a mirar al cielo.

-Lo siento – Sana miró también al cielo – sé que no merezco tu perdón ni mucho menos todo lo que has hecho estos días por mi. Yo inicie todo, yo os culpe y casi te mato aquel día.

-Las disculpas ya no sirven de nada –Mina se levantó y entro en la cueva – el daño ya está hecho.

-¿Y que querías que hiciera ? - Sanase levantó rápidamente y sus costillas volvieron a quejarse.

-Escucharme Sana – Mina no se iba a aguantar, hacía años que se guardaba muchas cosas – escucharme maldita sea. Supuestamente me amabas, era el puto amor de tu vida Sana, solo pedía que me escucharas y confiaras en mi. Pero no, tenías que acusar sin escuchar la historia, sin ver nada, tenías que crear al villano del cuento.

-Eran mis padres – Sana no sabía que decir.

-También los míos – Mina tragó saliva – en algo tiene razón tu madre, nunca serás como Seulgi porque ella escuchó y eligió a Irene por encima de todo, tu a mi no. Y eso, me mató – Mina se quitó una lágrima rebelde – se que aun me amas, lo veo en tus ojos pero ese será tu castigo. Ver lo que amas y nunca tenerlo.

Sana no dijo nada más, solo agachó la cabeza y dejó sus lágrimas correr. Había visto a sus padres morir, a su hermana llorar muchas noches, había perdidos amigos pero nada era equiparable al dolor que sentía. Algo dentro de ella, tenía esperanza de recuperar a Mina, de volverla a tener entre sus brazos pero eso era imposible. La herida no le dolía, le dolía el alma y su corazón se había partido en mil pedazos. Dicen que de amor no se muere, pero es la mentira más grande que te pueden decir. El amor te mata, solo que te deja respirando.

Mina sentía el dolor de la ardilla, ella también lo estaba sintiendo. Después de todo este tiempo, amaba a Sana como la primera vez. Pero si algo tenía la joven Bae era orgullo, y se sentía traicionada por ella. Ella también tenía muchas preguntas, ni ella misma sabía porque Irene cargó con la culpa pero nunca juzgó a su hermana. Algo que con ella si hicieron y vino de la persona que más ama.

A miles kilómetros de la cueva, también se sentía el dolor de ambas jóvenes. Al menos sabían que estaban vivas y a salvo, por ahora. Pues ese dolor, era muy conocido para ambas mujeres.

-Adelante – dijo Irene cuando escuchó el sonido de la puerta. No hacía falta darse la vuelta, ella sabía quien era - ¿ lo has sentido?

-Si – contestó Seulgi – creo que tu hermana se acaba de vengar de la mía. ¿Hicimos bien?

-Si – respondió Irene – se necesitaba un villano, y yo era la mejor opción – la mayor de las Bae se dio la vuelta – te hubiesen cazado rápido y ahora tendríamos más problemas. Eres la única que puede acabar lo que empezó aquella noche.

-Un don muy insignificante para el precio que pagué – Kang se acercó a Irene – ni te imaginas la falta que me has hecho.

-La vida de nuestras hermanas están en peligro – Irene tragó saliva, Seulgi se acercaba demasiado –tenemos que centrarnos.

-Ambas se protegerán – las manos de Seulgi fueron a la cintura de la más bajita – hoy solo existimos tú y yo – Irene no pudo contestar pues fue callada con un beso. Un beso cargado de amor, un beso cargado de nostalgia y sobre todo, un beso de promesa.




Holi, un poco de calma antes del drama. 

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