Mina no paraba de dar vueltas alrededor del cuerpo de Sana. La joven llevaba desmayada como quince minutos y no daba ningún signo de despertar. La pingüina se había asegurado de que siguiera con vida, aunque eso no le daba ninguna tranquilidad.
-Si Irene estuviera aquí sabría que hacer – dijo en voz alta mientras se llevaba las manos a la cara y suspiraba – bien, dando vueltas no vas a conseguir nada – Mina se paró en seco mirando el cuerpo de Sana, se le había ocurrido una ligera idea. Con mucho cuidado colocó a la joven de una forma que pareciera que era ella durmiendo. No tenían el mismo color de pelo, pero por suerte había poca luz en la celda – volveré a por ti, solo aguanta un poco más – antes de salir le dejó un pequeño beso en la comisura de los labios.
Con sumo cuidado cerró la celda, no tenía la llave pero la dejó de tal manera que nadie sospecharía de que la puerta estaba abierta. Miró por las rejas y se dio por satisfecha, no reconocerían a Sana ni queriendo o al menos eso pensaba ella. Con mucha rapidez y sin ser vista comenzó a deambular por el castillo. Conocía la casa, ya que había ido muchas veces con Irene y Nayeon a escondidas de sus padres. En menos de lo que canta un gallo estaba en el bosque, al fin era libre. Mina sonrió y no dudo en correr dirección a su casa, sus hermanas sabrían que hacer.
Sin embargo, algo trastocó sus planes y no fue otra cosa, que el sonido de la alarma de la mansión. Habían descubierto su fuga.
-Momo – Mina apretó los puños con fuerza, se sintió traicionada aunque entendía a la doncella. Ella era la única que tenía permiso a bajar a las mazmorras. La joven pegó una patada a una piedra mientras se daba la vuelta – soy una tonta y posiblemente muera por esto.
La joven Bae volvió a entrar al castillo, pero esta vez no iría a las mazmorras sino a un lugar en concreto. Mina entró a la cocina ante la atenta mirada de todos, rápidamente pudo oler el miedo de los presentes y no dudo en sonreír mostrando sus colmillos. En su mente guardo darle las gracias a Seulgi, si no hubiese difundido la mentira ahora nadie le temería.
-Esto puede ser o muy rápido o muy lento – dijo mirando con maldad - ¿Dónde está Sana? - espero un tiempo necesario – no os oigo, ¿ Donde coño está Kang Sana?
-En la celda – la sonrisa de Mina se borró de su cara nada más escuchar la voz – donde debe estar una traidora – la joven no se iba a dejar intimidar y se dio la vuelta encarando a la que un día fue su suegra – gracias Momo por avisarnos e impedir que esta asesina se escape.
-De nada Señora, mi deber es con la familia Kang – Mina sintió su sangre arder, iba a matar a Momo con sus propias manos.
-Hola Bae Mina, has crecido y ya eres toda una mujer. Estas preciosa – la morena sabía que tenía mucho que perder y más cuando vio entrar a muchos guardias a la cocina.
-No puedo decir lo mismo de ti Kang Sunmi. Deberías cambiar de amantes aunque estas viuda, no se consideran amantes – todo el reino conocía la vida mujeriega de la mujer, incluso se dudaba de si las hijas eran del respetado Kang Jae, más conocido como psy.
-Siempre tan dulce como Irene, matadla y traerme su cabeza. Quiero ver a Irene llorar cuando le entregue a su hermana pequeña muerta – Mina no dudo en ponerse en modo defensa, tenía que salir como sea de allí. De repente una explosión inundó la cocina, provocando el caos en la sala - ¡NO DEJAD QUE ESCAPE O YO MISMA OS MATO!
Mina aprovechó el caos y el polvo del derrumbamiento para salir de allí. No podía ir por su escondite, ya que lo descubrirían y algo le decía que en un futuro le haría falta. Corría por los pasillos del castillo esquivando guardias, intentaba no matar a ninguno pero no le estaba siendo imposible. Cada vez que quitaba una vida, sentía que perdía tiempo en su huida.
La joven no sabía bien por donde iba, no era su casa y no podía estar pendiente a todo. Llegó a una sala que no conocía en absoluto pero era una especie de biblioteca. Por suerte, había conseguido perder el rastro de sus perseguidores. Mina comenzó a caminar buscando una salida pero sin hacer mucho ruido, no quería ser descubierta. A lo lejos escuchó como la puerta fue abierta, estaba perdida. Mina vio que solo era un soldado, por lo que iba a ser fácil quitarlo del medio. La joven se escondió detrás de una estantería, su plan era atacarle y partirle el cuello en dos.
-Minari – susurró en voz baja.
-Sana – contestó saliendo de su escondite. La pelirroja no dudo en quitarse el casco – dios Sana, eres tú – Mina no dudo en abrazar a la joven, aprovechando que era algo más baja – tienes fiebre.
-Algo normal – contestó Sana –alguien me rompió varias costillas y bueno, la explosión no fue muy buena y me alcanzó una roca. Tuve que quitármela y hacerme un pequeño vendaje.
-Seulgi estaría muy orgullosa de ti –Mina vio como a Sana se le iluminaba la cara, siempre había querido ver el orgullo en los ojos de su hermana mayor.
-¿Y tú? - la pregunta pilló desprevenida a Mina, que sintió la profunda mirada de joven.
-Será mejor que salgamos, tu madre nos quiere muertas – Sana asintió.
-Sígueme, conozco un lugar donde no nos encontraran – Mina no dudo en seguir a Sana a una estantería en concreto. Se agachó y abrió la puerta ante la atenta mirada de la pingüina – doble fondo – dijo antes de quitar la madera que había y dejar ver un pasadizo – vamos, estoy herida y no soy muy rápida arrastrándome – Mina dudaba, no terminaba de confiar en Sana pero no tenía otra opción. Ambas jóvenes se introdujeron por el pasadizo, pero la joven Bae se las ingenió para volver a colocar el doble fondo. Llevaban más de veinte minutos por aquel pasadizo húmedo, menos mal que no tenía claustrofobia. Nayeon se hubiese muerto hace tiempo – estamos cerca.
Sana se sentía cada vez más débil, estaba perdiendo sangre y la fiebre estaba en aumento. Pero en su mente no estaba morir allí mismo, primero sacaría a Mina de allí y la pondría a salvo. Llego al final del túnel y paró, con un poco de fuerza empujó la piedra que tapaba la salida y se dejo caer. Mina le siguió y no pudo mostrar una pequeña sonrisa, estaban en la cueva Signal. La leyenda era cierta.
-Aquí no nos encontraran – dijo Sana antes de volver a caer desmayada, aunque esta vez no vino un golpe contra el suelo. Mina se había dado cuenta del esfuerzo que estaba haciendo y no le había quitado el ojo de encima, por lo que no dudo en evitar que se comiera el suelo otra vez. Con mucho cuidado, la llevo a la cama que había y la tumbo. Sin perder mucho el tiempo, volvió a tapar por el pasadizo que habían huido. La joven rebuscó por la cueva y encontró un poco de comida y unas vendas.
-Lo siento – dijo antes de comenzar a curar a Sana, daba gracias que estuviese desmayada, ya que el dolor sería inmenso. Una vez que cerró la herida, le puso un pequeño pañuelo para la fiebre. Siguió rebuscando pero no encontró nada para comer, Mina se maldijo y rápidamente miró a la roca. No tenía otra opción.
Holi!! Os leo en comentarios.

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Game Over
VampireCuentan las leyendas que hay un mundo no descubierto bajo nuestros pies o sobre nuestras cabezas, donde viven las criaturas más letales, pero a la vez las más hermosas de nuestros sueños. Ese mundo que sigue sus propias leyes, que a cualquier mortal...