Mina y Sana se iban turnando para robar comida de la casa principal. Aunque últimamente Mina estaba más distante de lo normal. La menor de las Kang sabía que tenía quedarle espacio y paciencia, pues no la iba a perdonar de la noche a la mañana, pero una cosa es dejarle con sus pensamientos y otra cosa es no verla en todo el día. Cuando le tocaba a Mina robar se la pasaba todo el día en el pasadizo, bajo la excusa de que quería intentar averiguar como estaba el ambiente. Sana no le creía, le conocía y sabía cuando estaba mintiendo u ocultando cosas. Por lo que esa mañana había tomado una decisión, iba a averiguar la verdad.
Sana se había traído un par de libros de la biblioteca para pasar el tiempo, por lo que había averiguado muchas cosas sobre los vampiros de pura sangre y sus collares. Al parecer estos otorgaban ciertos poderes a quienes ellos consideraban, ya que solo estaban obligados a dar lealtad absoluta al heredero. Uno de esos poderes era que servía de rastreador, lo cual le hacía ser más desconfiada. ¿ Si podían rastrear, porque Irene no había venido a por Mina ? ¿Esto lo sabría Seulgi? Demasiadas preguntas y ninguna respuesta. Podía preguntarle a la pingüina pero algo le decía que no sabría nada.
Mina se introdujo en el pasadizo para ir a por comida, hoy era el momento de averiguar muchas cosas. La joven dejo pasar un tiempo y siguió el camino emprendido por la pelinegra. Como había supuesto el collar le iba guiando, pero no le guiaba a la cocina sino a otro pasadizo. Sana dudo si entrar o no, podía ser una trampa pero escuchó pasos detrás suya y la voz de Momo, no iba a dejarse atrapar por lo que entro en el pasadizo sin pensarlo. Menos mal que no tenía claustrofobia, ya que era demasiado extrecho. Con mucho cuidado llegó al extremo y salió al bosque, pero no a un bosque normal sino al bosque prohibido. Había escuchado las historias y esperaba que solo fueran eso, historias. Con paso firme siguió dejó que su collar la guiará llevándola a un pequeño claro. Rápidamente se escondió tras una roca, pues Mina se encontraba en el centro hablando con alguien.
Intentaba a averiguar de quien se trataba pero no entendía el idioma ni había conseguido verle la cara. Solo distinguía el tono de cabreada, y mucho, de Mina. Sana escuchó unos pasos acercándose por lo que comenzó a ponerse nerviosa. Eso hizo que perdiera el control sobre su collar, y este comenzará a mandar señales de alarma. Los pasos se pararon muy cerca de ella, por más que intentaba controlar sus nervios no podía. Mina ya sabía que ella estaba allí, y eso era un gran problema. Los pasos volvieron a alejarse para la tranquilidad de la chica, al menos sabía que no era Irene, ya que está hubiese notado su nerviosismo y seguro que le hubiese matado allí mismo.
Los pasos eran cada vez más lejanos, por lo que Sana volvió a recuperar el control de su collar. Pero había algo mal, este no funcionaba. No conseguía localizar a Mina y tampoco había prestado la atención necesaria para volver al castillo. La joven suspiro y salió de su escondite encontrándose sola en el claro. Sana suspiró y miró a su alrededor, no había nadie por lo que tenía que ingeniárselas para volver a casa, sola y sin ayuda. La menor de las Kang se dio media vuelta y emprendió el camino de vuelta, intentando recordar como había llegado al claro. Lo que Sana no sabía es que estaba siendo observada desde lo alto delos arboles.
-Joder – maldijo en voz alta –estoy segura de que he pasado por aquí cuatro veces – Sana se había perdido y comenzaba a caer la noche. La joven comenzaba atener hambre, y estaba segura de que había sido una mala idea seguir a Mina.
-Vaya, vaya, vaya – escuchó a su espalda - ¿Qué tenemos aquí? - Sana no conocía la voz pero le dio muchos escalofríos escucharla.
-Comida fresca, hermanita – se escuchó una segunda voz – le daré las gracias a Irene por el banquete – Sana no miró atrás sino que echó a correr a por el bosque, si era lo que pensaba que eran las criaturas que la perseguían, estaba muerta y no de una forma no dolorosa.
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Game Over
VampireCuentan las leyendas que hay un mundo no descubierto bajo nuestros pies o sobre nuestras cabezas, donde viven las criaturas más letales, pero a la vez las más hermosas de nuestros sueños. Ese mundo que sigue sus propias leyes, que a cualquier mortal...