Capitulo 15

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Jihyo corrió a través del bosque intentando seguir a Nayeon, pero cada vez se encontraba más perdida. Comenzaba a pensar que había sido la peor de las ideas posibles, pero ¿ Qué podía hacer? No se fiaba de ninguna de las Bae y Seulgi había perdido el norte. La opción de Sana la había descartado, la menor estaba bastante cansada y débil para volver a salir a luchar. Era su momento y estaba sola.
Llegó a un pequeño claro y paró de correr, hacía tiempo que había perdido la orientación y eso con deidades cerca era una trampa mortal. Puso sus manos sobre sus rodillas intentando pillar aire para sus pulmones. Se levantó la camiseta para limpiarse el sudor e intentar ubicarse en el bosque.

- Park - miró al alrededor - definitivamente no tienes ni idea de donde estás - volvió a mirar a su alrededor, pero solo veía oscuridad y zonas frondosas - ¿ Donde narices estás, Bae Nayeon?-La joven suspiró y se apoyó en un árbol cerrando los ojos. No pudo evitar sonreír, esto le recordaba a como se conocieron y como quedó prendada de la joven con dientes de conejo.

Flashback

Nayeon corría por el bosque huyendo de su padre. Había hecho una pequeña travesura según su progenitor, pero ella no lo veía así. Simplemente había robado un poco de carne de la caza para los empleados del palacio, para ella y su hermana mayor todos eran iguales. A sus ojos todos eran iguales, no eran inferiores como su padre les quería hacer ver.

Nayeon miró hacia atrás para ver si los guardias reales todavía la seguían. Vio que no era así y sonrió, pero no se dio cuenta de que el suelo se volvió un poco resbaladizo y cayó ladera abajo. La joven Bae rodó intentando amortiguar el golpe, tal y como le había enseñado Joohyun. Cuando llegó abajo rompió a reír, le dolía todo el cuerpo y posiblemente tendría moratones pero había sido bastante divertido. Eso si, iba a tener castigo por parte de su madre por mancharse la ropa.

Nayeon se levantó y se sacudió como pudo, mientras lo hacía le llamó la atención algo. Si había algo que caracterizaba a la mediana de las Bae, era su infinita curiosidad. La joven se acercó lentamente al arbusto para ver qué se cocía detrás de él. Observó un pequeño cervatillo pastando tranquilamente y no pudo evitar sonreír, sonrisa que se borró en cuanto vio a una joven acercándose lentamente con los colmillos fuera.

-Ni de coña vas a hacer - se dijo a sí misma y salió del arbusto asustando al pequeño bambi. Nayeon sonreía al contrario que la otra chica, que la miraba con cara de pocos amigos.

- Algo voy a llevar a casa - la joven Bae se asustó y no dudó en echar a correr hacia el este. Su carrera era lenta, odiaba hacer ejercicio y para que mentir, siempre que tenía algún problema acudía a su hermana mayor. Estaba segura de que iba a ser una grandísima reina.

Nayeon sabía que si seguía corriendo estaba vendida, así que rápidamente pensó en un plan. Se paró de golpe y se dio la vuelta, su respiración era muy agitada, le dolía hasta las pestañas. Esa noche, si sobrevivía, iba a dormir del tirón. Su perseguidora también paró y pudo observarla con más calma. No era mayor que ella, al revés, diría que era un año menor. Tenía el pelo largo y moreno, cuerpo atlético y una cara de pocos amigos. La infanta sabía que en un combate cuerpo a cuerpo perdería, por lo que tenia que tirar de ingenio.

-Eres demasiado bonita para tener cara de enfadada -  Nayeon intento sacar su mejor sonrisa, pero lo único que obtuvo fue un gruñido. No se iba a rendir tan fácil - Me llamo Nayeon, ¿tú?

- Me importa tres infiernos como te llamas, vas a ser nuestra cena - Nayeon no se iba a rendir tan fácil y se empezó a reír -¿ te hace gracia morir?

-No, me hace gracia tu actitud - la joven puso cara de asombro, normalmente la gente le temía- vas de dura pero en el fondo eres un pequeño cachorrito. No vas a matarme y te ayudaré a llevar la cena a tu casa.

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