Había pasado una semana y media desde que Elizabeth reservó la cita con la psicóloga. La primera sesión con ella no había ido tan mal como Elizabeth esperaba. Aún así, no le había gustado. La chica, la cual se llamaba Saray, era realmente simpática y le había dicho que no se preocupase por tener que contar todo en aquella sesión, pero la rubia sentía que estaba perdiendo el tiempo.
No era capaz de abrirse con ella y eso le frustraba, pues sabía que Saray debía hacer su trabajo y ella debía contar sus problemas para tratar de ponerles solución, pero, aún así, en las tres sesiones que llevaba en la terapia no fue capaz de decir nada útil más allá de su nombre y edad.
Por si todo eso fuera poco, el tema del juicio de sus padres le tenía completamente estresada y, además, su hermana había tenido que volver a Bilbao ya que se había roto la pierna y le había empezado a fallar la respiración por ello al caerse de las escaleras. Y, como su seguro de médico no cubría cuando estaba fuera del País Vasco, tuvo que volver para poder ir al hospital.
Y así fue como Elizabeth tuvo que empezar a encargarse de todo lo relacionado con el juicio de sus padres. Claire llevaba una semana ingresada en el hospital, pero todos los días se encargaba de llamar a su hermana mínimo una vez, para tratar de ayudarle en todo lo que pudiese y, sobre todo, evitar que Elizabeth se hundiese en un pozo sin salida.
Lo que Claire no sabía era que realmente había ayudado a su hermana a no caer allí. Llevaba una semana algo distanciada de todo el mundo, salía de la casa cuando todas estaban dormidas aún y volvía cuando ya todas estaban dormidas. Salía pronto para despejarse, después quedaba con la abogada, comía fuera, a la tarde se iba a terapia o a correr y hacer ejercicio hasta que sus músculos le suplicaban que parase, y a la noche o salía de fiesta o se quedaba sentada en un banco, dejando que las horas pasasen.
No era de extrañar que el comportamiento que la menor llevaba en esa semana tuviese preocupada a mucha gente, sobre todo a Chiara. Un par de noches, Chiara había tratado de quedarse despierta esperando la llegada de la rubia para poder hablar con ella, pero ambos días había fracasado en su misión, cayendo dormida en el sofá.
Al llegar a casa aquellas noches, Elizabeth se encargaba de cargar a Chiara utilizando todas las fuerzas que tenía en su cuerpo para llevarle a la habitación y dejar que durmiese más cómoda (y, principalmente, para poder dormir abrazadas lo poco que Elizabeth dormía).
Siendo sinceros, la rubia no sabía qué le estaba pasando ni por qué se estaba aislando de todo y de todos. Había rechazado ya dos entrevistas, diciendo que "Ahora mismo estaba pasando por muchas cosas y que más tarde ella les escribiría para hacerlas". Era como si estuviese viviendo con el piloto automático puesto, como si no fuese consciente de lo que hacía.
Sabía que, posiblemente, todo eso venía ligado a su problema de hablar las cosas, a su problema de creer que los demás no tenían por qué lidiar con sus actitudes, enfados o problemas. Bastante tenían con sus propios problemas como para encima tener que cargar con los suyos.
En esos momentos, la rubia estaba en la calle, en un lugar poco transitado, la gente que paseaba por allí ya se habían acostumbrado a verla todos los días por lo que ya casi nadie le pedía una foto. Elizabeth miró lo que tenía en manos con una mueca, ¿realmente merecía la pena?
Sin pensarlo mucho más, sacó un mechero que tenía en el bolsillo, sacó un cigarrillo de la cajetilla de tabaco que había comprado y lo encendió. Una vez encendido se quedó durante unos segundos mirándolo, para después darle la primera calada. Segundos después, empezó a toser.
— Pero que puto asco...— Susurró la rubia mirando al cigarro con el ceño fruncido, para después volver a toser.
Fue entonces cuando su móvil empezó a sonar, posiblemente sería Violeta, o Chiara, o cualquiera de las que vivían con ella en esos momentos, preguntándole donde estaba pues iban a dar las doce de la noche. Por ello se sorprendió cuando, en su móvil, se pudo ver el nombre de su hermana pequeña.
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El juego de quererte en secreto [Chiara OT 2023]
De Todo― No puedo fingir que no siento nada cuando te veo... ― Pues no lo hagas, no finjas, deja de quererme en secreto. ☆☆☆ La academia de OT, un lugar donde nada es privado, donde tus acciones son vistas por más de diez mil espectadores, donde cada fallo...