12 | «Mi escuela será la vida»

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—Nunca habíamos terminado un proyecto así de rápido —Alvin alza las cejas—. El trabajo en equipo sí es como lo pintan...

Sam frunce el ceño—. ¿Cómo lo hacían los años anteriores?

—Liam siempre hacía ambas partes —Alvin se encoge de hombros restándole importancia—. Ventajas de que tu mejor amigo sea un cerebrito camuflado.

O mejor dicho, ventajas de que esté acostumbrado a trabajar solo y en paz, sin nadie que me esté poniendo al tanto de cada chisme habido y por haber en el instituto y en el bar que claramente no me importa y no me va a importar jamás.

—¿Verdad? —Sam agranda los ojos asintiendo con la cabeza—. Se lo he dicho, si se aplicara en las clases tendría muy buenas calificaciones.

—Mis calificaciones ya son buenas —digo, poniéndome de pie a la vez que cuelgo el aza de mi mochila en mi hombro. 

—Por eso —Alvin sacude la cabeza—. Dijo que serían muy buenas, no solo buenas.

—¿Cuándo lo entregaremos? —pregunto intentando cambiar de tema y dejar de una vez por todas mis calificaciones de lado.

—Hoy tuvimos clase, así que... creo que volvemos a tener clase con él el miércoles —Alvin frunce el ceño no muy seguro de sus palabras, por lo que mi mirada recae en Sam que asiente.

—Efectivamente —dice ella—. Si lo entregamos el miércoles se supone que la calificación debería estar lista para el lunes siguiente.

—Seguro aprobamos, nadie en el mundo describirá tan bien un ataque de tiburón como lo hice yo en ese maldito informe. Hasta me quedaron doliendo los dedos de teclear tan rápido en la computadora.

Caminamos hacia la salida de la biblioteca cargando los libros que nuevamente habíamos pedido prestados. Nos despedimos de la chica con sonrisas, excepto Sam que rodea el mostrador y va a abrazarla; no sé de dónde exactamente viene su amistad, pero hemos estado toda la mañana aquí y cada tanto la chica aparecía a ofrecerle café y a preguntar si necesitaba algo.

—¿Así que esto se siente ser responsable —dice Alvin abriendo los brazos de par en par—. Yo diría que debemos celebrar.

—¿Celebrar qué? —frunzo el ceño.

—Terminamos un trabajo once días antes de la fecha de entrega... Y no cualquier trabajo, uno realmente jodido.

—Tiene razón —Sam asiente con la cabeza y yo frunzo aún más mi ceño—. Propongo que vayamos a comer, yo invito.

—Quiero —anuncia Alvin y ambos lo contemplamos sonrientes—. ¿Qué? Ya acepté, ahora no puede echarse atrás.

—¿Tienen turno en el bar hoy? —pregunta y yo asiento ladeando la cabeza—. ¿Cuándo es su descanso? Tienen que darles día y medio o algo así, ¿no?

—Esta semana nos toca el miércoles entero y jueves a la mañana —Alvin alza las cejas—. ¿Estás libre?

—¿Nos vemos el miércoles a las ocho en el bar? —dice ella y Alvin entrona los ojos—. Yo pago, lo prometo.

—Entonces sí, nos vemos ahí, Samantha Kein —Alvin le estrecha la mano y yo sonrío negando con la cabeza—. Envíale un beso de mi parte a Otto.

—Lo haré —Sam se da media vuelta para marcharse—. Adiós, chicos.

Ambos nos despedimos sacudiendo la mano y cuando va llegando a la esquina imitamos sus actos. Nos volteamos y comenzamos a caminar en dirección al bar. 

Son melodías que pintan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora