11 | «Una melodía perfecta»

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Mientras caminamos, Alvin me contempla con la boca abierta y yo vuelvo a ahogar una carcajada. Si tan solo hubiera tenido una cámara con la que grabarlo en el momento en que le dije que Sam y yo iremos juntos al baile, si tan solo hubiera inmortalizado ese momento, podría reírme por el resto de mi vida. La forma en que su expresión fue cambiando mientras digería mis palabras, la imagen del preciso momento en que dije "Ella pasará a buscarme", y como abrió la boca después de eso, todo el conjunto hace que vuelva a reír y mi estómago arda.

Pienso en que si se lo hubiera dicho mientras todavía estábamos en el turno, y no ahora mientras caminamos a casa, habría sido más divertido porque no podría haberle soltado toda la información de una vez sola y la curiosidad lo carcomería.

—Tampoco es para tanto —suelto llevando mi mano a su mandíbula para obligarlo a cerrarla—. Te dije que lo haría.

—Si soy sincero —niega con la cabeza—. No pensé que de verdad fueras a hacerlo, creí que lo dejarías para último momento y cuando ella ya tuviera pareja que la acompañara te resguardarías en la excusa.

—Me ofendes —arrugo la nariz.

—Más me ofende a mí que ella sea la que vaya a buscarte, ¡en el auto de su madre! —golpea sus mejillas con las palmas de sus manos—. ¡¿Dónde quedaron los buenos caballeros?!

—Del dos mil en delante somos todos roqueros.

Agranda los ojos y luego me da una palmada en el hombro.

—Hablando de Roma —mi ceño se frunce—. ¿Qué tal resultó lo de escribir? Prometiste que lo harías...

—Lo hice —muerdo el interior de mi labio—. Es más, creo que tengo aquí la libreta.

Abro mi mochila y dejo que la luz de la Luna sea la que alumbre dentro del reducido espacio. Lo malo de no hacerles una carátula a las libretas es luego no poder identificarlas; lo que me lleva a sacar todas las que tengo dentro de la mochila para finalmente dar con la bendita libreta de matemática.

 Lo malo de no hacerles una carátula a las libretas es luego no poder identificarlas; lo que me lleva a sacar todas las que tengo dentro de la mochila para finalmente dar con la bendita libreta de matemática

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Arranco la hoja sin cuidado y se la paso

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Arranco la hoja sin cuidado y se la paso. Fijo mi mirada en él, pero luego temo a sus reacciones y acabo apartándola. Aún así la curiosidad es más fuerte así que decido solo mirar de reojo de vez en cuando, solo para chequear que no le está dando asco o que quiere arrugar el trozo de papel y quemarlo para que nadie más pueda leerla y hacerle un bien a la humanidad.

Son melodías que pintan corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora