14 | Ve mis ojos

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Piero.

—¿Así que le llamó Mago en mi cara?

—Sí. 

Sonreí. 

—Ese pelinegro va a escucharme…

Me quedé callado por unos segundos hasta que tuve el valor de decirle, no quería que se pusiera mal por hablar de mi hermano.

—Santiago dejó esto para ti…

Le Di el sobre y ella me vio confundida.

—¿Es una broma?

—No, en la carta decía sobre eso… si quieres te la leo completa.

Ella me miró un poco mal y decidió abrir el sobre. En él contenía los papeles de una casa, donde Bella comentó que les hubiese gustado vivir juntos, una cuenta de banco con todo su dinero y una carta más .

—¿En qué estaba pensando?

—Ya sabes cómo era…

Me levanté y fui a ver a Jesús que en cuanto me vio cerró el aparato en dónde escribía y se dedicó a hacer bebidas para los dos.

—¿Qué  sucedió?

—Dijo que te golpeara por decirle “Mago” a su difunto Marido…

—Es mentira, sé que no es capaz.

Me quedé en silencio.

—¿Qué?

—Sí ella no lo hace yo si lo haré…

—Lo siento, es inevitable cuestionarte con un ¿Qué?

Lo vi serio.

—Venía un carta, y la dejé para que lo leyera a solas.

—Que amable, Piero… ¿O Eros? 

Se burló.

—Como quieras…

—Me gusta más Piero…

—Ya cállate. 

—Pero Eros se escucha más rudo.

—¿Así?

—Sí, pero me quedo con mejor amigo…

Se rió. 

—Que Bien, porque estás haciendo que mi paciencia se acabe y el día aún comienza.

—Tu abuela.

—Y si se acaba sabes como me pongo.

—Tu abuela… y no viene sola.

—¿Qué dices? Mejor guarda silencio… solo dime Pier..

—¡Ximena!

El que guardó silencio y de golpe fui yo.

—¡Abuela Alma!

Menos mal viene mi abuela.

Di la vuelta y vi a las dos mujeres que estaban ahí, una a cada lado de Jesús…

—Buen día…

Vi a Ximena, llevaba puesto una falda rosa pastel y una blusa blanca que estaba demasiada ancha para ser de su talla, traía unas botas rosas y en su hombro colgaba un bolso del mismo color.

Sonreí sin ganas, esperé a que mi abuela dijera algo más pero como se entretuvo con el ojiverde mejor me fui de ahí, caminé hasta los escalones que dirigen a mi casa y vi por última vez a la chica que estaba acompañando a mi abuela y seguí con mi camino.

ℒ𝒶𝒹𝓇ℴ́𝓃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora