23 | Pecador

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Ximena.

Todo era hermoso y cuando decía todo era todo, hasta las personas.

—¿Qué tal?

—Fantástico…

—¿Verdad?

Ambos nos paramos debajo de un árbol y él le hizo la parada a un camión. 

Volveríamos a casa —Bueno, al lugar en dónde nos estábamos quedando—.

Dejó que yo subiera primero y luego él lo hizo. Habían pocas personas y de fondo se escuchaba una canción. 

—Que lástima —susurró.

—¿Por qué?

—La canción está por terminar y es de mis favoritas. De niño la solía bailar con mi abuela cada que pasaba en la radio.

Me reí al escuchar la palabra “radio”.

—¿De qué te ríes?

—Cuando escuché la radio por primera vez creí que era la alexa del taxista— solté otra risita.

—De ahí mi apodo… fresita— su dedo chocó en mi nariz.

Sonreí por ese gesto y al sentir su tacto en mi mano esa sonrisa se ensanchó un poco más.

Me dejó sentarme y luego él. De pronto sonrió al escuchar el inicio de una canción, eran los acordes de una guitarra.

Nuestros dedos seguían entrelazados, su vista estaba en la ventana y sus labios se abrieron para cantar …

Tienes que saber que es lo último que pido, que estoy desesperado y según mis latidos no me queda mucho tiempo a mi favor… —miró hacia mí y nuestras miradas chocaron— Y antes de perder de vista mi camino quiero mirarte un poco y soñar que el destino es junto a ti mi amor… quédate un segundo aquí a hacerme compañía y quédate tantito más, quiero sentirte mía… y abrázame…

Parpadeó, trago un poco de saliva y se calló mirando de nuevo a la ventana…

¿Me estaba cantando? ¿O solo estaba cantando? Me quedé atenta a la letra de la canción.

Miré a nuestras manos y esta vez no las separó… espera… 

¿Abrázame?¿Quería que lo abrazara? ¿O no? 

No podía dejar de mirarlo… la canción estaba terminando y él cerró sus ojos cuando se escuchó el principio.

“Tienes que saber que es lo último que pido, que estoy desesperado y según mis latidos no me queda mucho tiempo a mi favor…”

Los abrió cuando terminó, para darme un mirada fugaz y darme una sonrisa de la misma manera.

—¿Cómo se llama?— dije, refiriéndome a la canción. 

Abrázame de Camila…

—Es linda.

—Lo es.

—Nunca te había escuchado cantar.

—Solo me han escuchado cuatro personas…— su mandíbula se tensó.

—¿Y la otra? La que bailas con tu abuelita.

Desvelado…

No dijo más y se removió en su lugar.

—Lo siento— no quería incomodar.

—Le dediqué esa canción el día de las madres… no llegó quién debía llegar pero ella lo hizo, ella estaba ahí… entre todas las mamás de mis compañeros— se detuvo— Yo estaba emocionado porque el baile siempre me ha gustado y en la primaria que iba solíamos bailar cada 10 de mayo —el día de las madres—. Recuerdo perfectamente que le lleve la invitación a mí madre y ella juro que ahí estaría… pero no lo hizo, mandó a mi abuela así que desde ese día mi abuela fue mi todo, ella siempre estuvo ahí.

Me quedé callada porque a comparación de él, no tengo ningún recuerdo de mis abuelos o de mis padres acompañándome en mis cosas de la escuela.

Entonces comprendí que con ella a mi lado, nada me haría falta.

—Entiendo… ella… es especial, llega a la vida de los demás para darle esa luz que necesitaban.

—Sí…

El espió por la ventana, se ubicó y habló fuerte.

—En la siguiente parada, por favor.

Al bajar me di cuenta que aún seguíamos de la mano, sonreí para mi interior al sentir sus labios pegados en los míos. Nos separamos y caminamos hacía nuestra “habitación”.

—Wow…

Se estaba reproduciendo una canción en la habitación.

El castaño oscuro sonrió y comenzó a disfrutar la canción mientras movía levemente su cabeza de un lado a otro, al ritmo en el que sus dedos chisqueaban.

No dejes que… nos coma el diablo amor, que se trague tu calor… que nutra mi dolor…

Se metió al baño bailando. Tardó un poco y salió sin camisa justo cuando comenzó otra canción.

—¿Me permites bailar “Bonita” contigo?

Se puso frente a mí y sonrió ladino.

—Sí, aunque no soy muy buena bailando.

—Puedo enseñarte si quieres…

Asentí y no dudó en tomarme de la cintura para acercarme a él. 

Bonita… deja te cuento, que te cuento mi verdad…

Sus ojos…

Su sonrisa…















Piero.

Ella es la mujer más hermosa que mis ojos no hayan visto nunca, aquel contacto de sus iris con los míos estaban dispuesto a deslumbrar a cualquiera que nos viese. Su sonrisa era genuina, al igual que la mía y ahora entiendo que es sentir morirse por alguien… te falta la respiración aunque tu no lo permitas, todo a tu alrededor se detiene para sólo centrarse en esa persona. Llegas a un punto en el que aunque no mueres es como si te hubieras muerto cuando ese ser no está a tu lado, todos dejan de existir, de pronto lo que importaba ya no importa más, el sentido de tu vida desaparece sin más y eres un tonto humano que va por la vida tratando de sobrevivir.

Era un sentimiento que había experimentado hace años… pero sin saber que aquella chica que vino a darme luz se convertiría en uno de los instrumentos para que la vida volviera a jugar un juego similar.

—No te vayas nunca— suplique. 

Era un hipócrita al pedirle eso porque sabía que ella querrá irse cuando le diga quién soy.

—Jamás…

Tomé sus mejillas y con algo de desesperación busqué sus labios para besarle.

Dios… Perdóname porque soy un pecador y sé que no merezco a la mujer que estoy besando ahora mismo…

Sí, tenía culpa porque ella no tenía ni idea de todo lo que ha provocado en mí, sabiendo que no merecía sentir.



















|| Nota de autora:

¡Linda mañana, tarde o noche!
Espero que estén super bien.
Vengo a decirles que no coloqué ni una canción porque no sabía cuál de todas poner.
"Bonita" es de los choclok por si quieren escucharla...
También decirles que en Instagram subo pequeños Spoilers de cada capítulo por si me quieren ir a seguir (patriciabethh) y en Tiktok subo cosas también por si quieren ir (creo que por ahí conocieron la historia jaja)
Gracias por tomarse el tiempo de leer al Ladrón y a la Fresa.

No se olviden de votar y comentar que les parece la historia...

¡Besos en el dorsal de sus manitas!

ℒ𝒶𝒹𝓇ℴ́𝓃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora