2 | Doña Alma.

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Ximena.

[Tres días después]

Miré el reloj y eran las 5:16 a.m. tenia los ojos pesados, no había dormido tanto por estar pensando. Pensando en cosas que ya no tenian solución.

Estando de nuevo hindida en mis pensamientos escuché un ruido a lo lejos, venía de afuera, me levante con cuidado y espié por la ventana, pude ver a mi padre salir con unas cosas y llevarlas a un auto.

¿Qué está haciendo?

Lo volví a ver pero ahora con una maleta azul, luchaba con el pero después de unas segundos pudo con su objetivo, llevarlo a la cajuela del coche.

¿Y a dónde nos íbamos? Creí que este lugar era donde nos quedaríamos siempre, papá había dicho eso.

Me cambié lo más rápido posible y salí detrás de él.

—Papá ¿A dónde nos vamos?— lo seguí.

—Tú a ningún lado, yo voy a irme— fue por su última maleta.

Me quedé ahí, parada, mirando como iba por su última maleta.

¿Iba a dejarme sola? Estaba bromeando ¿cierto?

Supe que estaba hablando en serio cuando se subió al coche para sacar algo y guardarlo en su bolsillo, en su cara no había ninguna expresión que me dijera que era una especie de broma no tan agradable. Ladie un poco mi cabeza al sentir un pequeño dolor.

—No papá, no me dejes…— mis ojos se llenaron de agua.

—Ya lo estoy haciendo— comenzó a subir sus tres maletas.

—No, no te vayas ¡No me dejes! llévame contigo, por favor…— a estas alturas ya está llorando. Tomé su mano.

—¡Suéltame!— mandó, pero no lo hice, estaba negandome a que mi padre me dejara.

—¿Acaso no te importo?— no debí haber dicho eso si no quería seguir hiriendome yo misma con mis tontas preguntas.

—¡No! ¡No me importas!— su jalón hizo que mis rodillas chocaran en el suelo, donde había lodo.

—¿¡Por qué!?— lo miré llorando.

—¡Porque cuando te miro, solo veo a tu madre! Eres idéntica a ella—Me miró con desprecio— Y yo detesto todo de ella. ¡Son iguales!

Suavice mi agarre poco a poco, él se subió al carro y se fue… dejándome ahí. 

"Son iguales" era todo lo que sonaba en mi cabeza mientras miraba a ese carro desaparecer de mi vista borrosa, gracias a las lagrimas que salian de ellos.

Le lloré tanto en medio de la calle que comencé a odiarlo. A odiar todo de él ¿Para que me traía hasta aquí? Si luego iba a dejarme sola.

Sin darme cuenta el tiempo en el que estuve ahí, en el lodo, en medio de la calle y llorando, terminé por levantarme sin remedio alguno. Con la cabeza agachada y sin animos tuve que entrar a la casa, fui a la cocina y ahí había una bolsa llena de dinero y una nota que decía:

“Te dejo este dinero, esto es suficiente para que sepas salir adelante”.

Arrugue el papel con enojo y lo aviente por ahí, en algun rincon de la casa en donde lo pudiera ver.

¿¡Qué esperaba que hiciera!? ¿¡Que sembrara el dinero para que luego renaciera y me diera más!?

¡Es un Idiota!.

Suspiré con frustración porque no sabía qué hacer. La semana que viene era mi cumpleaños número 17 ¿Y qué era exactamente lo que tenía que hacer Si nací en “cuna de oro” ?

ℒ𝒶𝒹𝓇ℴ́𝓃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora