36 | Román

127 3 2
                                    

Ximena.

No tenía idea si volver a esta casa está bien, tampoco sabía si mi madre seguía viviendo aquí o si el collar seguía en donde lo enteré.

Me colé por la parte trasera y llegué al patio principal, mi vista se detuvo en aquella puerta y recordé completamente aquella noche. Miré a un lado de la misma puerta y el pasto ya estaba en forma. Saqué de mi bolsa un Fierro y comencé a escarbar. 

Mis esperanzas murieron cuando tardé escarbando y no hallé el objeto…

—Un poco más. 

Lo hice, lo encontré y lo supe cuando el cristal del bote en donde lo metí se quebró. Un poco más hasta que lo vi, ahí estaba, intacto. Lo tomé y cuando estaba a nada de irme la escuché. 

—¿Qué haces ahí?— Era mi madre.

—Nada, ya me iba.

—¿Ni siquiera un abrazo? Un ¿Cómo estás mamá?

—¿Te lo mereces?

—No puedes culparme de lo que pasó estos últimos años— habló desde su balcón. 

—Le pedí a papá que hablará contigo pero jamás llegaste.

Recordé el sin fin de veces que le pedí que llamará a mamá porque me sentía sola en esa casa en Guadalajara.

—Jamás me llamó. 

—No te creo.

A quién no debes creerle es a él— dijo llena de resentimiento.

Recordé lo que hablé con Piero.

—A ninguno de los dos…

Tomé sólo el collar y lo metí a mí bolso para salir de ahí.

Volvería a iniciar de cero, sin ninguno de los dos en mi vida.














[Seis días después]

Estaba de vuelta, en cuanto vi al ladrón mis ojos se detuvieron sólo en él, no sabía cómo describir lo que me hacía sentir. Era un ladrón porque te robaba miradas, sonrisas, o suspiros sin darse cuenta a donde sea que fuera.

Piero me esperaba fuera del aeropuerto con un pelinegro a su lado. Sonreí al ver al ojiverde con un globo de gas que decía: “Bienvenida”.

—¿Y eso?— miré el globo.

—Le dije que no era necesario, en la noche iríamos a cenar pero ya ves lo terco que es.

—Somos— corrijo su mejor amigo— Además estaba barato y una oferta así no debe dejarse ir— me entregó el globo.

—Gracias.

El castaño sólo puso los ojos en blanco y cruzó su mano hasta mí cintura.

—¿Cómo te fue?— me dió un beso corto.

—Bien…

No quise decir más porque había mentido hacía donde iba.

—¿Bien?— habló Jesús — ¿Qué te dijeron? ¿Van a agilizar los trámites del divorcio? ¿O qué van a hacer?

Mire hacía otro lado con la excusa de que tenía ganas de estornudar.

—Todo Bien, no se preocupen.

No fui por el divorcio, fui por el collar y como no sabía como decirle a Piero sobre eso le mentí diciendo que iría a Guadalajara para tramitar el divorcio porque se supone que me casé ahí. 

ℒ𝒶𝒹𝓇ℴ́𝓃Donde viven las historias. Descúbrelo ahora