Patito

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Adán había salido de la habitación corriendo, le importaba una mierda si no sabía a donde iba solo debía encontrar una ventana para poder desplegar sus alas y salir de ese asqueroso castillo. Lucifer apenas estaba saliendo del trance ¿el...lo había abofeteado? Después de unos segundos se dio cuenta de que el chico se había ido de la habitación.

-Mierda- Si Adán llegaba a salir de ese castillo posiblemente no sobreviviría, se dio la vuelta y se dispuso a seguirlo rápidamente. El infierno no es lugar para un ángel y si quizás el era el líder de los exorcistas, pero una cosa es matar demonios siendo un ángel extremadamente poderoso sin posibilidad de ser herido y otra cosa muy diferente es que ahora el pelinegro era un demonio común, casi no le quedaban poderes angelicales y apenas sabía usar sus nuevos poderes demoniacos. El rey estaba seguro de que no sobreviviría un día solo en el anillo del orgullo. Uso sus poderes para cerrar todas las salidas del castillo y expandió su aura mágica para encontrarlo. Adán podía sentir todo ese poder buscándolo era asfixiante, el miedo lo estaba consumiendo. Había abofeteado a el mismísimo Lucifer, no iba a salir vivo si lo encontraba. Acelero el paso lo mas que pudo, se había metido en un pasillo sin puertas solo se encontraba un balcón enorme al final del pasillo. Corrió lo más rápido que pudo pero las puertas de este se cerraron, lo había encontrado.

-No hay rincón en este reino en el que no pueda encontrarte, Duckling- Se estremeció ante el apodo, el no lo llamaba así desde...el Edén. Estaba empezando a entrar en pánico mientras sentía como el rey se acercaba. El demonio estaba seguro de que si no hacia algo pronto lo iban a despedazar de una u otra forma. Se dio la vuelta y pudo notar como una sombra de ojos rojos como la sangre se acercaba a el y de un momento a otro tenía una cadena dorada en el cuello. El rey se dejo ver ante la poca luz de la luna roja en el cielo infernal, tiro de la cadena cosa que hizo que Adán perdiera el balance cayendo de rodillas ante sus pies.

-Me faltas el respeto, me abofeteas ¿Qué te falta? Si quieres puedes apoderarte de mi reino también Duckling- Ese apodo de nuevo, no le importaba si moría pero rogaba porque el dejara de llamarlo así.

-Deja de llamarme así Luzbel- Tenia la mirada pegada en el suelo, no quería verlo tan de cerca.

- ¿Por qué? Amabas ese apodo decías que era algo único de nosotros dos, sentías que me pertenecías ¿no es así? -Adán podía sentir el tono burlón en sus palabras, la idea de abofetearlo de nuevo no se veía tan mal en este punto de la conversación. Se estaba burlando del sentimiento que el mas odiaba de si mismo, el amor que había sentido alguna vez por Lucifer. Levanto la mirada ahora solo sentía odio hacia el demonio, hacia el lugar, de sí mismo. Quería escapar pero sabia que no se le iba a hacer fácil romper esa cadena, decidió quedarse quieto hasta que el mas bajo decidiera que hacer con el. En ese momento podría escapar pero por ahora solo le quedaba quedarse muy callado y obedecer.

-Debería recordarte ese sentimiento? - Podía sentir como este lo observaba peligrosamente, lo primero que pudo pensar era que el gran demonio estaba formulando maneras de como mutilarlo, tortúralo y más cosas parecidas.

-¿De qué carajos estás hablado?- Lucifer lo ignoro y siguió hablando

-Debo admitir que nada de esto estaba en mis planes pero- Tomo el mentón de Adán con fuerza. -Esto va a ser divertido. Verte rogando debajo de mi por más justo como antes, quizás eso te recuerde a quien perteneces Duckling- Adán sabía exactamente hacia donde iba todo eso, le disgustaba pero muy...muuuy en el fondo también lo deseaba.

-(Mierda quizas no sea tan malo como morir por tercera vez, espera que mierda acabas de pensar Adán. Es una muy mala idea, es terrible, es tu peor idea. Dejar que te cojan a cambio de vivir? Si, ya perdiste la chaveta) - Lucifer podía escuchar los engranajes en la cabeza del chico, aunque lo que había dicho no era pregunta le parecía entretenido ver como se quemaba las neuronas por decidir.

Tu eres mi fruto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora