Alma Humana

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El demonio pecador se encontraba sentado en un sillón de ventana observando el gran orbe en el cielo, el portal a su hogar. Necesitaba volver. Se sentía tan solo y asustado en ese lugar, a unos pasos del chico se encontraba el rey infernal el cual contemplaba la silueta del hombre desde la entrada del pasillo. Su semblante era frio, apagado, melancólico; cualquiera diría que es solo un caparazón sin vida. 

-Como es que lo haces?... –
- Que cosa? – Pregunto Lucifer confundido

-Como sobrevives día tras día en este asqueroso lugar- Su voz se entrecorto, se sentía roto y sucio. No podía controlar el asco que sentía sobre sí mismo y su situación. -Como sobreviviste después de caer? – Sus ojos se llenaron de lágrimas que intento contener fallando en el intento.

Se estremeció al verlo llorar, no deseaba ver como las tristeza escapaba por sus ojos en forma de lagrimas. -No estaba solo- Había tomado asiento al lado del chico intentando brindarle una mirada de apoyo, la cual fue ignorada. -Lo que hiciste fue arriesgado Duckling, pudiste herir a alguien-

-Que parte de “no lo controlo” es la que no entiendes- Sus puños se cerraron de la impotencia, sus uñas se clavaron en su piel dejando un leve rastro de dolor que Adán apenas podía percibir – Ignoré mis poderes todo este tiempo porque confié en esa niña, llevo tres malditos meses de mi vida yendo a secciones, compartiendo con inmundos pecadores. Incluso ya parezco amigo de la persona que más odio en la maldita creación- Tomo aire y dejo escapar un suspiro dejando ver su cansancio -...Quizás ya es tiempo de afrontar la realidad, quizás esta estupidez de la redención es imposible. Que perdí la oportunidad de volver a mi hogar, debería acostumbrarme a ser…esto- Lucifer solo se dignó a escuchar al pecador desahogarse, no tenia muchas palabras de apoyo que dar ya que ni si quiera el sabia como sobrevivió. Lilith fue de mucha ayuda en el proceso pero eso no quita el hecho de que intentó suicidarse varias veces fallando en el intento, para el era imposible morir. Su inmortalidad no se lo permitía por más que lo intentara, esa era una parte esencial de su castigo.

Lo medito y tomo una decisión, el iba a ser su soporte. Lo iba a ayudar a redimirse. Después de todo Adán siempre fue su soporte en el Edén, debía devolverle el favor. Lucifer no iba a permitir que se rindiera justo como el antiguo Adán nunca permitió que el rubio se rindiera. Se levanto del asiento decidido. Extendió una mano al pelinegro en señal de que se levantara, pero este lo rechazo con la mirada. -Ven vamos, te enseñare a controlar tus poderes-

-Sabes que no puedo hacerlo-

-Te conozco Duckling, eres el alma humana más fuerte de todas. Se que puedes hacerlo, cuando lo logres podrás concentrarte plenamente en tu redención sin tenerte que preocupar por ellos…Vamos- Tomo su mano con suavidad exaltando un poco al demonio, tiro de ella lentamente buscando que se levantara y lo siguiera.

- ¿A dónde quieres ir? - Observo como la desconfianza aumentaba en Adán, seguía siendo reservado y muy escéptico a pesar de que ya llevaban un tiempo conviviendo juntos.

- En mi castillo hay una arena que podemos usar, abriré un portal y estaremos ahí en segundos. No habrá interrupciones ni nada por el estilo- El pelinegro se levanto limpiándose las lágrimas.

-…Si intentas algo raro te voy a patear las pelotas-  

- ¡Esa es la actitud! Ven sígueme- Se desplego un portal rompiendo la barrera del espacio dejando ver una gran arena con varias armas polvorientas y libros de hechizos rotos. Se podía notar a simple vista que nadie había usado las instalaciones en mucho tiempo.

Tu eres mi fruto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora