Te odio

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Adán ya llevaba varios minutos masturbándose así mismo, había acatado la orden a la perfección. Estaba tan cerca de su orgasmo cuando de un momento a otro Lucifer tomo su muñeca para apartarlo de su climax. Su pene rogaba por atención, gotas de preseminal goteaban desde la punta de este haciendo que tuviera breves espasmos.

-Que mierda crees que haces- Le gruño el pelinegro bastante enojado por haberlo alejado de esa manera de su diversión.

-Antes de que te vengas, tengo un par de preguntas para ti- Lucifer tomo ambas rodillas del pelinegro separándolas, teniendo una mejor vista de todo el aspecto desordenado de Adán. Tenía el cabello desaliñado, su camisa estaba arrugada por completo y sus pantalones habían terminado en Satán sabe dónde. Se veía tan apetecible, tan vulnerable ante los ojos del pecado capital.

-De seguro tus preguntas de mierda pueden esperar, no ves que tengo un gran problema entre las piernas- Su voz se escuchaba cansada y entrecortada pero nunca dejando su toque de sarcasmo y enojo.

-Vamos Duckling- Se posiciono entre las piernas del mencionado haciéndolo estremecer, rozo su entrada con dos dedos para estimularlo un poco. -Esto va a ser divertido- Si, eso decia siempre y nunca terminaba bien para Adán. El rubio tomo su miembro para comenzar a masajearlo desde la punta hasta la base provocando jadeos húmedos de parte del más alto. Con su mano libre abrió su boca y le metió los dedos casi hasta la garganta provocando arcadas en este. Los frotaba con la áspera lengua desenfrenadamente casi asfixiando al pelinegro, cuando sintió que ya era suficiente saliva la retiro y deslizo su mano hasta la entrada del pelinegro rosándola con delicadeza.

-Primera pregunta, en que parte del infierno apareciste - Introdujo el primer dedo tocado justo el punto dulce de este. Lucifer lo conocía a la perfección, no debía indagar demasiado en el interior del contrario para saber exactamente cuál era el punto que lo hacía retorcerse del placer. Los gemidos del mencionado podían sentirse hasta el vestíbulo del castillo, se cubrió la boca con el antebrazo para reprimirlos pero era imposible. El seguía presionando ese punto dulce que tanto le encantaba.

-Responde- Tarareo estas palabras como si de una hermosa melodía se tratara, melodía llena de lujuria y desenfreno.

-Yo...Maldición Luzbel como quieres que piense así- El más bajo empezó a dar pequeñas estocadas, tan suaves que hacían enloquecer a Adán sus gemidos no dejaban de pronunciarse, tan provocadores, tan deseosos de más.

-Lo único que...que recuerdo es una gran...torre con tres V en...en el centro- Sus tartamudeos eran difíciles de entender pero Lucifer estaba complacido con su respuesta. Introdujo el segundo dedo apuñalando constantemente su punto G, aumento la velocidad buscando una reacción más intensa. El contrario se crispo ante tan grata recompensa, estaba a punto de venirse y el pecado lo sabía.

-Como lograste llegar al hotel, el distrito del entretenimiento no está cerca y dudo mucho que te hayas detenido a pedir indicaciones- Había detenido poco a poco toda su estimulación esperando su respuesta. Podía sentir como sus dedos eran aplastados por las paredes del pelinegro.

-Solo sigue...- Pidió jadeando, estaba tan cerca.

-No hasta que respondas- Dijo retirando sus dedos lentamente del interior del más alto hasta que este lo tomo de su muñeca para detener el acto, Adán podía ver la creciente sonrisa de satisfacción y arrogancia del rubio. Quería golpearlo pero no sería ahora, definitivamente no ahora que estaba tan cerca.

-Pude sentir tu esencia mágica, ¿contento? - Soltó su agarre, no quería verse tan vulnerable. No era una perra en celo.

-Como sabias que era yo? – Lo volvió a estimular con sus dedos tocando el punto G una y otra vez. Tanto placer estaba enloqueciéndolo, se recostó sobre la cama subiendo un poco las caderas para que Lucifer tuviera mejor alcance en el.

Tu eres mi fruto prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora