Salgo del castillo y al fin puedo respirar sin que duela. Al verme, las brujas se levantan viéndome con precaución mientras proceso todo. Mierda, necesito volver a mi neutralidad, no puedo permitir que mis subordinas me vean así, especialmente las dos serpientes de mi generales. Ellas no pueden ver debilidad en mí. Definitivamente mi madre, si aún estuviera viva, estaría muy decepcionada. Ella no crío una mujer que se deja fácilmente desestabilizar por un hombre, no. Ella crío una líder, una guerrera y como tal debo actuar.
Con rapidez limpio mi cara borrando cualquier rastro vergonzoso de lágrimas y me enderezo firme. Veo sin titubear todos los rostros. Todos lucen expectantes. Deben estarse preguntando qué paso, qué fue lo que hizo que yo saliera alterada del castillo con rastros de lágrimas por mis mejillas. Sé que quieren la primicia para luego estar llevando el rumor de un lado para otro mientras se burlan de mí, mientras lamentan su futuro por tenerme como su reina. Llámenme exagera y puede que lo sea, pero en el mejor de los casos dirán que solo actúo. Dirán que es imposible que una Trasoqui tenga en su pecho un corazón palpitante que le permita saber que es sentir. Dirán que solo estoy detrás de un nuevo objetivo, que muy seguramente quiero manipular a Dimitry para mi propio beneficio. Es imposible olvidar que yo soy la villana de sus historias. Supongo que ni el cariño de mi gente me merezco. Que radical es la vida conmigo. No vale la pena ni lamentarme.
En medio de los rostros el único que muestra otro tipo de interés es Dorian. Hay pena en su mira y me pregunto si me veo realmente tan patética. Todos aquí conocen parte de mi historia con Dimitry, pero Dorian junto a Kaxha, conocen todo tal cual paso. ¿Sentirá culpa? No lo creo, al parecer ese es un sentimiento que es incapaz de surgir en los demonios. Quizás solo lamentará que las cosas no hayan salido como quería a su rey. Quizás solo lamente el que yo no lo haya entretenido mucho como el pasado, para que así él estuviera libre por un tiempo.
En fin, debo irme de aquí. Pronto debe hacerse el cambio de pelotones en los frentes y debo estar en mi fuerte para dar las directrices, no puedo gastar más tiempo aquí dando de qué hablar. Recuperando parte de mi seguridad empiezo a caminar hacia mis brujas, pero me tomo un momento para pararme frente a Dorian.
— Dime, Dorian ¿Cuánto valoras la triple alianza por la armonía? — pregunto.
— Mucho, reina. — contesta inseguro por el rumbo de mis palabras. — Usted lo sabe. La alianza ha sido...
— Pues no parece. — aseguro viéndolo fijamente. — Si de verdad la valoras no dejes que tu rey cometa más estupideces.
— Reina, yo no...
— Así como te prestaste para esto, te quiero antes del anochecer en mi fuerte con el informe sobre mi primo. — sentencio. — No tienes que entregármelo, déjaselo a alguien y que me lo lleven.
No le permito decirme nada más, conjuro el viento y les dio la orden a las brujas para que me sigan. El viaje al fuerte lo dirijo sin ver atrás mientras calmo mis sentimientos para llegar como si nada a mis tierras, para fingir que como siempre estoy bien. Para darles la seguridad de que sigo siendo una Trasoqui.
A media mañana volvemos al frente. Afortunadamente todo luce normal. No hay rastro que de lejos me deje saber que algo malo sucedió. Frente al castillo central veo a Sabrina hablando con Zu. Al parecer ya se hizo el cambio de pelotones. Llegué tarde. Espero que se las hayan podido arreglar sin mí. El viento bajo mi mando me deja frente a ellas mientras las demás, excepto las generales.
— Mi reina. — se apresura Sabrina. — ¿El rey Dimitry está bien?
— Te puedo asegurar que está perfecto. — hablo sin interés. — ¿Ya se hicieron las rotaciones?
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El reino de la bruja
FantasyLa historia continua. En medio de una de las más feroces guerras que han vivido los oscuros, Argus se ha quedo atrapado en la dimensión oscura bajo la protección de la mujer que dice amar. Mujer que parece ser la clave de todo. Mujer que se está jug...