Capítulo 4

239 27 23
                                    

━━━━━━━ ∙•∙ ━━━━━━━

Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

━━━━━━━ ∙•∙ ━━━━━━━

INUYASHA

¿Por qué estaba pasando esto?

¿Por qué ahora?

¿Qué significaba?

–¡Papi...!

Sequé mis mejillas y salí del estudio. Al bajar las escaleras, lo primero que vieron mis ojos fue a Moroha.

–Papi, papi ¡Mira! –exclamó mientras me mostraba una paleta de caramelo y venía hacia mí con una gran sonrisa.

Miré instintivamente a mi padre, cuestionando en silencio la brillante idea de comprarle tanta azúcar a una niña.

–Moroha...

–¿Quieres un poco, papi?

–Gracias princesa, pero...

–¡Entonces se lo daré a Kuma!

–Espera... –La detuve.

–Inuyasha –Escuché a mi padre detrás de mí– ¿Sucede algo?

–Yo...

En ese preciso instante, la puerta principal se abrió, revelando la figura de mi madre y la de Sesshomaru detrás de ella.

–Oh, qué bueno que estén todos aquí –soltó mi madre con una sonrisa–. Estaba justo contándole a Sesshi un chiste que escuché en el club y... –Inmediatamente guardó silencio al ver mi expresión– Hijo ¿Qué ocurre?

–Sí, te ves bastante pálido –Soltó Sesshomaru– ¿Qué pasa? ¿Viste un fantasma?

Un silencio pesado se instaló por unos segundos, lo suficiente como para llenarme de tortura y asfixia.

–Hijo...

–Kagome –solté todo de repente.

–¿Qué? –cuestionó mi padre, sin apartar la mirada de mí, y de una manera muy intensa.

–Inu...

Entonces me arrodillé frente a Moroha, la pequeña permaneció inmóvil, esperando a que dijera algo.

–Princesa... –comencé, considerando cuidadosamente mis palabras– Recuerdas esta mañana, cuando jugábamos con Kuma, sentimos algo extraño en su interior.

Ella asintió con la cabeza y yo tomé sus manos.

–Bueno, hace poco encontré esto dentro del oso –Le dije mientras le mostraba el pedazo de fotografía que había encontrado– ¿Sabes quién es?

Vi cómo se le dibujaba una sonrisa al verlo con claridad.

–¡Sí! Eres tú, papi –soltó contenta.

–Inu... –musitó Izayoi y yo levanté una mano, sin mirarla, para que me dejara continuar.

–Esa es la foto que mami siempre me mostraba antes de dormir –comentó.

Tuve que contener un jadeo mientras que con una mano temblorosa buscaba la otra parte, aquella que había conservado durante mucho tiempo, aquella a la que tantas noches le había llorado.

–Y... –Me aclaré la garganta al sentir que estaba completamente seca– ¿Sabes quién es... ella?

Moroha extendió una mano y me arrebató la foto antes de que pudiera reaccionar.

FRAGMENTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora