Capítulo 11

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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INUYASHA

–Qué lindo es, ¿cómo se llama? –preguntó.

–Kuma.

Rin le sonrió al tiempo que acariciaba a la mascota de mi hija.

–Si quieres me quedo con Moroha mientras tú vas a hablar con Rin –ofreció mi madre, mientras se paraba junto a mí en la puerta de la habitación.

–Gracias –susurré.

Ella dejó una palmada cariñosa en mi hombro antes de adentrarse.

–Rin –pedí en tono calmado y ella me miró fijamente– Podemos hablar un momento.

Volvió a mirar a Moroha y asintió con la cabeza.

Una vez solos en el estudio, no sabía por dónde empezar.

–Verás...

–Se parece a ella –dijo de pronto.

–Sí, lo sé.

–Cuando vi la foto no lo pude creer.

–¿Qué foto?

Rin me miró extrañada.

–Tú y tu perfecta familia están en la portada de la revista más famosa de todo Tokio. ¿En verdad pensabas que no lo íbamos a ver? –cuestionó algo molesta– Cuando mi madre lo vio...

–¿Naomi lo vio?

–Fue la primera en hacerlo, debiste haberla visto, se puso como loca. No tienes idea de lo mucho que le ha costado recuperarse de la muerte de mi hermana, para que de pronto vea a una niña idéntica a ella junto a ti y, por supuesto, junto a tu perfecta esposa.

–No pensé que...

–¡Exacto, Inuyasha! No lo pensaste, no pensaste en todo el dolor que causarías. ¡Es evidente que no! –gritó exasperada–. Si lo hubieras hecho, si solo hubieras pensado en nuestro sufrimiento, Kagome estaría aquí, y mi madre tendría a su hija y yo a mi hermana.

–Estás siendo injusta al culparme de todo.

–¿Injusta? –dijo, caminando hacia mí–. Bueno, entérate que la vida no es justa para nadie.

–Solo estás herida, Rin. Tú no eres así.

–¡¿Por qué tuviste que reabrir el pasado, Inuyasha?! ¡¿Por qué?!

–No fue algo que yo busqué –aclaré–. Moroha llegó de repente, y no supe cómo reaccionar o qué pensar. ¡Yo también estaba sufriendo por lo que le pasó a Kagome, y no hay un solo día en que no lo haga!

–Mientes...

–¡No!

–Lo haces, siempre lo haces.

–¡Rin! ¡¿Qué acaso no lo ves?! –la tomé de los hombros y ella luchó para liberarse– ¡Yo perdí al amor de mi vida! Kagome era todo mi mundo. Yo no quería hacerle daño... ¿cómo podría? Si yo daría mi vida por ella.

–Sin embargo, aquí estás –dijo mientras me apartaba–. Vivo, y jugando a la familia feliz como si nada hubiera pasado.

La habitación se llenó de una densa bruma. Sabía que cualquier cosa que dijera no aliviaría su dolor; Rin lo sentía intensamente y con toda la razón.

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