Capítulo 14 (Ojos bonitos)

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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KAGOME

Finalmente, cuando Izayoi se fue, pude entrar en calma. Me quedé mirando fijamente el pequeño sobre que me entregó. Dentro había algo, una decisión que debía tomar, o al menos eso fue lo que me dijo antes de irse.

Respiré hondo y miré a ambos lados. Una vez que me aseguré de que nadie me estaba observando, abrí el sobre. Encontré una nota con un número de celular. No hacía falta preguntarme de quién era; era evidente que pertenecía a Inuyasha. Dentro del sobre también había un pequeño celular, uno de esos antiguos, con tapa y teclas, que hacía mucho no veía.

Lo pensé mucho. De hecho, pasé varias horas sentada en esta cafetería, dándole vueltas al asunto. Tenía varias llamadas perdidas de Naraku y Koga, seguramente preguntándose dónde estaba, por qué no me comunicaba con ellos o por qué no había asistido a la cita con la modista. Pero no tenía cabeza para nada de eso. En este momento, estaba debatiéndome si enviarle el mensaje a Inuyasha o no. El riesgo que significaba para él, para nuestra hija y toda nuestra familia era enorme.

¡Lo sabía! Claro que lo sabía, pero aun así lo hice. Una vez que envié el mensaje, no hubo marcha atrás. Apagué el celular y me deshice de él de inmediato, temiendo ser descubierta por Naraku. Salí de la cafetería a toda prisa y sin mirar atrás, lo había hecho y no era momento de arrepentimientos.

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Los minutos pasaban cada vez más lento. Sin embargo, no perdía la esperanza de que él vendría. Pero no fue así. La decepción me invadió con el paso de una hora. El parque comenzaba a vaciarse, el frío se sentía en los huesos, y aún no había señales de Inuyasha.

¿Qué estaba esperando?

Que vendría corriendo solo porque un número desconocido lo citara sospechosamente en un parque. Qué ingenua era. Seguramente, Inuyasha tenía muchas más cosas en qué preocuparse. Solté un suspiro y decidí regresar por el mismo camino por el que había venido.

Faltaba poco para las seis y solo podía pensar en la excusa perfecta que le daría a Naraku por mi repentina desaparición, esperando sonar convincente y no delatarme. Mi celular volvió a sonar y esta vez tuve que contestar.

–Hola...

–¡Bonita! –soltó Koga del otro lado de la línea– ¿Estás bien? ¿Por qué no respondes mis llamadas?

–Sí, bueno... –solté un suspiro– No me sentía muy bien del todo.

–¿Pasó algo?

–Nada... estoy bien...

–Envíame tu dirección –exigió– Iré a buscarte.

–No hace falta, yo...

En ese momento, la figura de Inuyasha apareció a lo lejos. Al verlo, la necesidad de ir a su encuentro me consumió de inmediato.

–Escargot... Escargot ¿estás bien?

–Koga, ¿hablaste con Naraku? –cuestioné mientras caminaba hacia donde había visto a Inuyasha.

–Sí, él me llamó cuando supo que no habías ido a tu cita con la modista. Me preguntó si estaba contigo...

–Puedo pedirte un favor –dije de inmediato y comenzando a hiperventilar.

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