Capítulo 18

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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INUYASHA

Miré a Kikyo y era notoria su ansiedad y angustia.

–¿Dónde estabas? –cuestioné jugando con las manos de Moroha.

–Co... con mi padre. Salí muy temprano esta mañana...

–¿Todo el día?

Ella asintió con la cabeza esquivando mi mirada.

–Sí, ya te dije.

–Qué extraño, recuerdo haber escuchado a la señora Higurashi decir que se había encontrado contigo en el centro comercial.

Kikyo sonrió nerviosa.

–¿Conmigo? –Caminó por la habitación y se sentó en el sillón– Se habrá equivocado.

–Yo la escuché muy segura.

–Por favor, estamos hablando de una señora mayor. Es evidente que se confundió de persona.

–¿Tú crees?

–Cariño –Me miró– Si me hubiera encontrado con esa señora lo sabría, ¿no lo crees? Además, ¿qué gano al mentirte?

Sonreí ante su increíble cinismo y luego miré a Moroha. Mi hija levantó la cabeza para mirarme, y yo le devolví la sonrisa antes de besar su mejilla.

–Papi... –susurró y yo me acerque para escucharla– Tengo hambre...

–¿Quieres que le pida a la enfermera que te traiga algo?

Ella asintió.

–Sí, quiero pizza.

Reí con ella antes de besar su frente.

–Inuyasha –Miré a la puerta, era Larry.

–¿Qué pasa?

Larry miró a Kikyo, y en ese momento supe que algo malo había sucedido.

–Bien –Se levantó Kikyo– Me voy, creo que sobro en esta habitación.

No dije nada cuando se fue molesta. Larry por su lado se adentró y cerró la puerta.

–¿Qué ocurre? –volví a insistir– ¿Por qué traes esa cara?

–Tenemos un problema –La tensión creció–. La paciente, no está.

–¿Qué paciente?

Larry tomó aire antes de soltarlo en un suspiro lleno de frustración.

–Sango, ella no está en su habitación.

–¿Qué...?

–No sé si se fue por su cuenta o no, pero al parecer todo indica que alguien se la llevó.

Cerré los ojos, intentando mantener la calma. No podía alterarme en este momento, no con Moroha presente.

–Te dije que llamáramos a la policía, te lo advertí –resaltó– Esa mujer era una completa extraña, y no sabemos en lo que pueda estar metida.

–¿De qué hablas?

Larry me miró con el ceño fruncido.

–Ahora mismo hay un montón de tipos malos hurgando en su habitación.

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