Capítulo 17

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Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.

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KAGOME

–Hija... Kagome... ¿Eres tú?

Asentí mientras intentaba no llorar. Mi madre se acercó y me agarró de los hombros para que la mirara.

–¿Cómo...? –dijo en un hilo de voz, sorprendida.

–Te contaré todo, lo prometo –Miré a los padres de Inuyasha– A ustedes también les debo una explicación...

–Tranquila, querida –dijo Izayoi– Ya habrá tiempo.

–Hija... –Miré a mi madre; su rostro reflejaba una total confusión– Sabía que eras tú hace un momento –Acarició mis mejillas– ¿Cómo podría no darme cuenta de que eras mi propia hija? ¿Cómo...?

Me abrazó, y por fin, después de mucho tiempo, pude volver a sentirme como una niña pequeña en sus brazos.

–Siento mucho hacerte pasar por todo esto, mamá.

–No, Kag –intervino Inuyasha– No es tu culpa.

–Pero...

–Mmg –Moroha se movió inquieta, lo que me alarmó al instante.

Mi madre soltó el abrazo y me observó con atención, como si buscara algo en mi rostro.

–Tranquila, es normal que esté algo incómoda después de la intervención –comentó Inuyasha, mientras yo acariciaba suavemente la mejilla de nuestra hija.

–¿Intervención? –soltó Naomi– ¿Qué le hicieron a mi nieta?

–Mamá...

–Hija, ¿qué ocurrió?

–Eso mismo quiero saber –afirmé– ¿Por qué mi hija se puso así?

–No lo sé. Esta mañana, en el desayuno, todo estaba bien. Luego salí a comprar algunas cosas al centro comercial, y fue allí cuando me encontré con tu esposa –dijo mirando a Inuyasha.

–¿Kikyo? –cuestioné.

–Sí, hablamos un poco. Me preguntó por Moroha, dijo que la extrañaba y me pidió que le llevara unas moras, porque eran sus favoritas. Acepté sin pensarlo, no sabía que Moroha era alérgica...

–Mi hija no es alérgica a nada –exclamé molesta– Esa mujer...

–Kag...

–¡Fue ella! –Solté impotente al ver a Inuyasha.

–Hija ¿qué pasa?

–Pasa que intentaron envenenar a mi hija, madre. Eso es lo que pasa.

Naomi se llevó una mano al pecho.

–Santo cielo, pero ¿quién sería capaz de hacer algo así?

–Tú misma lo dijiste mamá. Kikyo –declaré– Fue ella, ella y su maldito padre.

–¿Naraku? –cuestionó sorprendida– Pero ¿él qué tiene que ver en todo esto?

Pasé una mano por mi cabello tratando de contener mi frustración.

–Mucho, mamá, mucho –La miré– Ese hombre fue el único responsable de todo el dolor que tú y mi hermana tuvieron que pasar, y no Inuyasha como les hizo creer.

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