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POR ALGÚN LADO...
OMNISCIENTE.
Tiro de la cuerda sujetándose de aquel acantilado, sabía que la cuerda no iba a soportar más así que se rindió y se dejó caer en el mar. Su cuerpo se hundió por completo viendo su vida pasar por sus ojos como una luz que no tiene fín.
Al ver que no pasó absolutamente nada ella derramó una lagrima que se mezcló con el agua del mar, su cuerpo se dirigió a la superficie encontrandose a sirenas en las rocas que estaban dentro del mar, mientras la veían con odio y pocas con curiosidad.
— Pero miren a quien tenemos aquí —sonrió juguetona una de las sirenas que se acercaba a ella.
— Aquata —murmuro la mujer de cabello rojo, quien decía su nombre con seriedad.
— ¿Cómo sabes mi nombre? —la sirena mantuvo su vista fija en la mujer.
— Me se el nombre de todas, es lo único que puedo decir —sonrió antes de teletransportarse a su hogar, una cabaña que se encontraba en uno de los bosques lejanos.
Su ropa seguía mojada, pero lo ignoro sintiendo como se secaba lentamente hasta dejar como nueva la ropa que tenía puesta anteriormente.
— ¡Mami! —una pequeña cabellera rojiza apareció en su campo de visión.
— Hola muñequita ¿como has estado? —la mujer cargo a la pequeña entre sus brazos acurrucandolo entre sus brazos.
— ¡Muy bien mami! —la pequeña abrazo a su madre por el cuello aferrándose a ella.
— Me alegro mucho cariño, ¿y tu tia Alice? —pregunto al no notar a su hermana en la casa.
— Salió en la mañana, no ha regresado —respondió mientras jugaba con el cabello de su madre.
— ¿A que salió? —pregunto confundida ya que Alice nunca salía en casos de emergencias.
— No lo se, no me dijo —se encogió de hombros.
— Bueno... —fue interrumpida por la pared que se derrumbo—. ¡Mierda! —grito mientras se aferraba a su hija para dirigirlo hacia un cuarto seguro.
— Alto ahí —una voz la detuvo.
Volteo lentamente escondiendo la cabeza de su hija en su cuello, los hombres estaban vestidos de trajes.
