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Narrador Omnisciente
— ¿A que te refieres? —le preguntó Azael confundido.
— ¿Te acuerdas de la vez que te separaron de tu mamá? —le acarició el rostro.
— Si, me separaron y me llevaron aquí —derramó una lágrima.
— Volví por ti mi niño —lo abrazo.
— Pero, mi mamá es más mayor —se apresura.
— Por eso mi pequeño, te busque mundo tras mundo, al llegar a esta isla me pusieron mi cuerpo de 18 años.
— ¿Si eres tú? Si eres tú dime lo que siempre te decía cada que me dormía —hablo.
— Te amo tres millones —lo miro con lágrimas.
— ¡Si eres tú! ¡Mami regresaste! —la abrazo.
— Regrese por ti mi pequeño guerrero —le correspondió el abrazo—. Nadie te volverá a separar de mi —acarició su cabello.
— Prometelo —le susurro llorando.
— Te lo prometo por todo lo que tengo —le acarició la mejilla.
Sus manos estaban llenas de sangre, pero no le importó con tal de estar con su hijo, estaban arriba de la piedra y lo único que podía hacer era abrazar a su hijo, lo tenía devuelta y no volveria a dejar que se lo llevarán.
Lo único que quería era estar cerca de el, no volverlo a soltar ni dejarlo solo. No quería que le pasará lo mismo con ella.
El pequeño se quedó dormido en los brazos de su madre, lo cargo y lo llevó hasta la orilla tratando de no mojarlo, así que lo sujeto como un bebé. El agua le llegaba hasta la cintura y mientras iba caminando en el agua noto como sangre se apoderaba de toda la Laguna.
Pero, si las sirenas las convirtió en piedra la sombra.
Se giró a ver a su hijo y noto como atrás de ellos lo seguía alguien.
<< Damien >> Pensó Atenea.
Camino rapido y trajo a su hijo a la orilla, el agua volvió a la normalidad.
<< No, no, no esto no puede estar pasando >> Pensó asustada.
