Me senté en el asiento del copiloto mientras esperaba a mi mamá. Era mi primer día de clases, estaba nerviosa, en especial porque no era buena iniciando una conversación y todo se volvía más difícil cuando eres la chica nueva. La mayoría ya tenían un grupo de amigos y lo malo para mí era que ya se tenían confianza entre ellos, eso al final resultaba en que no estaban interesados en compartir su tiempo con recién llegados.
Algo bueno era que pude validar algunas materias que ya había cursado en la anterior universidad, pero aún tenía que tomar unas nuevas del primer semestre. Quería pensar que, si los temarios eran parecidos, no sería tan difícil.
—¿Cómo te sientes? —preguntó mi mamá cuando entró al auto.
—Emocionada. —Coloqué una sonrisa en mi rostro para evitar que viera lo ansiosa que estaba y, al parecer, lo logré porque ella me regresó la sonrisa.
El viaje a la universidad fue calmado, traté de memorizar algunas calles para no perderme, aunque sabía que mi mamá había arreglado todo para que me regresaran a la casa y que me dieran un recorrido por lo que sería la facultad de artes.
En cuanto llegamos, ambas bajamos del auto, me acompañó hasta la secretaria donde me darían mi horario escolar, el cual no pude conseguir por cuenta propia por inscribirme de último minuto. Me dieron un lugar porque mi mamá conocía al rector de la universidad, al parecer ella y su hijo fueron muy buenos amigos.
Esperé hasta que una de la secretaría imprimiera lo que sería el horario que ellos planificaron para mí. Por la cara de la mujer pude percatarme de que no era un buen día para ella o que este trabajo no le agrada mucho.
Apenas tomé la hoja, se nos acercó un chico con una reluciente sonrisa, cabello oscuro ligeramente largo, los mechones de su frente que eran ondulados hacían un arco a cada lado de su rostro. Al tenerlo cerca, mi mamá no dudó en abrazarlo.
—Leo qué grande estás.
—He crecido unos cuantos centímetros desde la última vez que nos visitaste, Bren.
—Ya me imaginaba que eras igual que tu mamá y presiento que este favor me va a salir caro.
—No tengas duda.
—Mi vida, él es Leonardo, es el hijo de Andrea, una de mis mejores amigas, ¿te acuerdas?
—Sí, claro, no dejas de mencionarla.
Decir que no paraba de hablar de ella era poco, mínimo cada semana tenían una videollamada para conversar sobre su día a día o sobre chismes locales que Andrea le pasaba a mi mamá, pero me extraño verla sonrojada, era casi imperceptible para quienes no la conocen y también tenía una sonrisa nerviosa.
—Es mejor que me vaya —dijo mi mamá apretando ligeramente mi hombro—. Cuida a mi hija, Leo.
Lo señaló con su dedo índice y lo retó con la mirada, pero Leo no estaba nada preocupado, al contrario, estaba más que familiarizado con las acciones de mi mamá.
—Le enseñaré los lugares más peligrosos, tenlo por seguro.
—Leonardo.
—Estoy jugando.
Pasó su brazo por mis hombros, el cual quité cuando mi mamá se dio la vuelta para dejarnos solos e irse a trabajar.
—¿Puedo ver tu horario? —Le acerqué la hoja que tenía entre las manos, él la leía con atención hasta que levantó la cabeza y me sonrió—. Ven, te daré un pequeño recorrido y después te llevaré a tu clase del segundo período.
—¿Tú también estás en artes plásticas?
—No, estudió para ser veterinario.
—Entonces, ¿cómo es que planeas decirme dónde ir si no es tu facultad?
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🚫 No me conoces 🚫
RomanceUna traición hizo que Tamara Ferrer tuviera que reconstruir su vida al lado de su madre, lo que las hizo mudarse a Amston, una ciudad que guarda viejos y nuevos amigos. Mara tendrá que adaptarse a la universidad, conocer a más personas, salir de su...