🖌️ Capítulo 7 🖌️

201 33 2
                                    

El segundo lunes de febrero fue un día que pasó rápidamente. Poco a poco me iba acoplando a una nueva ciudad, a cómo interactuar con las personas y eso creo que mi cotidianidad fuera menos aburrida.

Las clases y los profesores hacían que me enamorara cada vez más de la carrera, aunque en algunas asignaturas tenía que poner más atención de la necesaria porque, aunque me gustaba el arte, yo sólo sabía pintar y dibujar, pero eso me encantaba, era un desafío que estaba dispuesta a cumplir.

Después de aspirar y limpiar mi área de trabajo, me fui quitando el traje que usé en mi clase de escultura. Apenas me retiré los lentes y la mascarilla, sentí un alivio por respirar aire limpio.

Doble el overol que me cubría desde los pies hasta el cuello, abrí mi casillero, pero antes de meterlo, me di cuenta de que la persona que sería mi amiga invisible ya había dejado uno de sus regalos. 

Habíamos quedado con los chicos decirnos un sitio donde dejaríamos las cosas. Pensé que el casillero que se me asignó para el taller iba a ser un buen lugar, era ligeramente grande y desde el salón donde me tocaba la clase no tenía vista de él.

"Sabes que el chocolate blanco, en realidad, no es chocolate, ¿verdad?" decía la nota que me dejó mi amigo invisible. No había forma de saber quién era porque la letra estaba impresa en aquel papel, pero aun así me causó gracia el comentario. No era la primera vez que lo escuchaba, pero a mí me seguía encantando el sabor dulce y cremoso.

Tomé la caja y saqué uno, me lo fui comiendo mientras me dirigía a la cafetería donde me encontraría con los chicos para ver qué les habían regalado.

Con Abby fue mucho más fácil de lo que esperaba, o tal vez fue más práctica al querer que le dejara las cosas enfrente de la puerta de su casa. Tuve que comprar una canasta para evitar que alguien se tropezara con el regalo y para causar un poco de misterio, cada cosa que le iba a dar la había envuelto en papel kraft y les puse un dibujo con un mensaje. 

En el primero coloqué a Freddy Krueger diciendo: "Con esto, hasta tus sueños se volverán ácidos". Sabía que no era uno de sus personajes favoritos, pero fue lo único que se me ocurrió en su momento.

Cuando entré en la cafetería, fue sencillo ubicar a Ren y Leo. Ella me saludó, agitando su mano con efusividad y tal euforia provocó una sonrisa en mí hasta que vi cómo mi nuevo amigo estaba decepcionado.

Apenas me dejé caer en la silla, sentí cómo mi espalda tronaba, había pasado mucho tiempo parada tratando de darle forma a ese bloque de madera.

—¿Qué sucede? —pregunté mientras movía mi cabeza de un lado a otro para quitar la tensión de mi cuerpo.

—Alguien está un poco inconforme —dijo Ren, teniendo precaución en sus palabras. Señaló a Leo que estaba con los brazos sobre su pecho y encorvado en su asiento.

—Inconforme es poco, sabía que no debíamos invitarlo de nuevo.

—Pero lo teníamos que hacer por Abby. —Intentó Ren calmar las cosas, acercó su silla y pasó su brazo por los hombros de Leo—. La vez pasada se enojó con nosotros y sabíamos que nos iba a reclamar por meter a Mara y no a él.

—Ni siquiera se esforzó. —Leo se incorporó y empezó a buscar algo en su mochila. Cuando lo encontró, lo colocó sobre la mesa. Nunca pensé que vería al chico juguetón tan enojado—. Me dio una bolsa de galletas a medias.

—Tal vez fue una equivocación y en los próximos días sí te dé algo mejor. —Agarré una de las galletas con forma de animalitos y, en cuanto la mordí, el característico sabor a vainilla inundó mi paladar. No estaban malas, tenían la misma suavidad que las caracterizaban.

🚫 No me conoces 🚫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora