Sin que nos diéramos cuenta, los días fueron pasando y la primavera tocó a la puerta, derritiendo poco a poco la nieve. Los árboles y las flores llenaron por completo de color a Amston.
Y después de tanto estrés por la universidad, Leo decidió despejar su mente cobrando el boleto que le había regalado por San Valentín.
Apenas mi mamá estacionó enfrente del establecimiento, Leo fue el primero en bajar. Aún no abrían, pero él estaba demasiado emocionado para detenerse un segundo para pensar en que todavía no lo iban a atender.
—Hay cosas que no cambian —dijo mi mamá con un pequeño destello de nostalgia, mientras bajábamos del auto—. En fin, diviértanse y cualquier cosa estaré al pendiente en el celular.
—Gracias, mamá.
Ella dejó un beso en mi mejilla acompañado con algunos golpecitos, la suavidad de su palma me hacía sentir que volvía a ser esa niña que esperaba a que su mamá regresara del trabajo. Se separó de nosotras moviendo su mano en forma de despedida y caminó directamente al área donde servían la comida; ahí trabajaría un rato mientras nos esperaba.
No me di cuenta en qué momento Ren y Abby se reunieron con Leo, estaba distraída viendo cómo mi mamá se iba. Mientras caminaba hacia ellos, una ligera sonrisa se formó en mis labios al percatarme de que mi amigo estaba intentando observar entre los tablones de la cerca de madera, el interior del campo de paintball.
Los minutos fueron pasando y más personas que Leo, Ren y Abby invitaron, empezaron a llegar. Mi pareja dentro del circuito sería Tom, prácticamente estábamos haciendo una competencia entre nuestras cuatro carreras.
Saludé a todos con un beso en la mejilla y un apretón de manos. Coloqué una sonrisa en mis labios y traté de ser más participativa en la conversación que los demás estaban teniendo, quería salir un poco de mi zona de confort y convivir más con personas que no conocía.
Cuando abrieron la puerta de par en par, un empleado nos guió hacia la recepción para confirmar mi reserva. Cuando todo estuvo listo, la instructora nos dijo cómo colocarnos el equipo y cómo funcionaba la pistola. Logramos practicar un poco con ellas antes de adentrarnos en el juego.
A cada pareja se le asignó un color: Ren sería amarillo; Leo verde; Abby azul y yo rojo. Nos separamos en cuatro puntos diferentes para empezar el juego.
En cuanto se escuchó un pitido, Tom y yo corrimos lo más rápido posible para obtener una buena posición dentro del campo. Nos ocultamos detrás de una pared que parecía que se iba a caer en cualquier momento, estaba desgastada y con diferentes colores de pintura.
Permanecimos agachados hasta que se escucharon los primeros disparos. Nos asomamos por una de las aperturas que tenía el muro, de ahí pudimos dispararle al equipo verde que se movía con rapidez, pero no logramos eliminar a ninguno de sus integrantes.
Tom y yo tuvimos que movernos, no podíamos quedarnos en un mismo lugar por tanto tiempo, eso sería hacer trampa.
—Hay que separarnos —dijo Tom. Su dedo tocó repetidamente el chaleco que protegía mi pecho y después señaló hacia la derecha.
No sabía si su plan iba a funcionar, pero era cierto que, si nos quedábamos juntos, era más fácil que nos eliminaran en conjunto.
—A la cuenta de tres corremos.
Él estuvo al pendiente de lo que pasaba a nuestro alrededor para dar la señal, mientras yo solo miraba hacia donde iba a ir. Empezó a contar y cuando dijo tres, corrí lo más rápido que pude. Cuando llegué donde quería, me barrí por la superficie que era completamente de tierra para evitar que los proyectiles me golpearan.
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🚫 No me conoces 🚫
RomanceUna traición hizo que Tamara Ferrer tuviera que reconstruir su vida al lado de su madre, lo que las hizo mudarse a Amston, una ciudad que guarda viejos y nuevos amigos. Mara tendrá que adaptarse a la universidad, conocer a más personas, salir de su...