🖌️ Capítulo 16 🖌️

200 35 2
                                    

Había pasado tanto tiempo queriendo encontrar una idea para mi proyecto que me sentí sofocada de tanto pensar. No encontraba la inspiración, aunque la buscaba. Los profesores varias veces decían que la mejor forma en que te encuentre es cuando estás trabajando y de alguna forma tenían razón la mayoría del tiempo, pero esta vez me sentía bloqueada.

Esa era la razón por la cual salí a caminar para despejarme. Al ver una tienda, me adentré en ella y compré algunos bocadillos para hacer que mi mente ocupara sus pensamientos en otras cosas. Recorrer los pasillos y dejar que mi cuerpo se enfriara por el aire acondicionado fue de alguna forma terapéutico.

Tomé una de las paletas de hielo que había comprado y todo el camino de regreso me la fui comiendo evitando que el calor de primavera hiciera de la suyas conmigo.

En cuanto entré en mi casa, me di cuenta de que los chicos no habían dejado de trabajar. La mesa del comedor y la de la sala estaban tan llenas de libros, cuadernos y hojas sueltas que incluso ya no se veían las superficies de madera. 

Ren estaba realizando su tarea, la cual no entendía, pero había varios dibujos detallados, tenía una letra prolija, muy bonita y que hacía ver sus apuntes como si fueran hechos por una profesional.

Leo estaba hincado enfrente de mi sofá, mientras revisaba a Boky, quien últimamente se estaba prestando para ayudarlo a estudiar. En realidad, mi perro era quien más ganaba porque mi amigo cada cierto tiempo le daba un premio.

Con Abby era una historia diferente, ella estaba enfrente de su laptop. La pantalla estaba fija en una página de internet, la mayoría era texto y la única imagen que había era en blanco y negro con un señor cerca de un aparato enorme.

Pero ella estaba más enfocada en las hojas que estaba cortando en tiras con ayuda de las tijeras. Era extraño, se veía tranquila, pero algo me hacía sentir que pasaba todo lo contrario.

Me acerqué a Ren y con otra paleta de hielo golpeé su hombro. Ella aceptó lo que le estaba dando y aproveché que había tomado un momento de sus estudios para preguntarle.

—¿Qué le pasa? —le susurré cerca del oído y le señalé a Abby, quien estaba muy silenciosa.

—Está estresada, sus compañeros no le mandan su parte de la exposición y eso me preocupa porque ya se me acabaron las hojas que no me sirven.

Asentí con la cabeza y me incorporé sin dejar de ver a Abby. En silencio fui a donde estaba Leo y le di lo que le había traído. Cuando tocó el turno de mi chica malhumorada, coloqué las gomitas en la mesa y con ayuda de un lápiz las fui empujando hasta que llegaron a su zona de visión.

Abby paró de cortar el papel, me miró con extrañeza hasta que le hice señas con la cabeza para que agarrara mi ofrenda; la estaba usando para calmarla y tal vez distraerla. Ella sonrió y al mismo tiempo negó mientras abría la envoltura.

Satisfecha por lo que había logrado, dejé la bolsa en la encimera de la cocina y me fui a mi cuarto. Tomé la caja donde dejaba las hojas de papel que había arruinado con apuntes, dibujos y demás garabatos, pero que aún podía reutilizar para anotar alguna idea.

Bajé las escaleras con calma, percatándome de que mi abuelo ya estaba en la cocina para preparar la cena. Los chicos le hacían plática y también reían. Tal imagen llenó de júbilo mi corazón. Me quedé mirándolos en silencio, temiendo que si hacía un movimiento o sonido de alguna forma destruyera algo tan magnífico.

No me había dado el tiempo de comprender que desde que llegué a Amstron era muy rara la vez que estaba sola y como si mi mamá hubiera escuchado mis pensamientos, ella entró por la puerta, con su bolsa en el brazo y sus llaves en la mano. Dejó su abrigo en el armario junto con sus tacones para cambiarlos por unas pantuflas.

🚫 No me conoces 🚫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora